SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 1 de febrero de 2013

VIDA SEXUAL HUMANA: No existe un ritmo sexual "normal". A algunas personas les gusta tener relaciones sexuales a menudo (o muy a menudo) y a otras les gusta tenerlas después de cierto tiempo (o de mucho tiempo).
El problema surge cuando las necesidades de la pareja no se presentan al mismo tiempo provocando frustraciones y dificultades en la relación.
Un reciente estudio publicado por el Ministerio de Sanidad revelaba que alrededor de un 84% de los españoles se sentía satisfecho con su vida sexual. Sin embargo, en muchas ocasiones estos datos no se ajustan a la realidad porque simplemente no otorgamos al sexo la importancia que merece, algo totalmente erróneo si tenemos en cuenta que la calidad sexual nos proporciona una mejor salud.
La doctora Francisca Molero, médico sexóloga, directora del Instituto de Sexología de Barcelona, un centro de referencia en el manejo de la sexualidad y sus alteraciones, y vice-presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, remarca la importancia que una buena vida sexual tiene para cualquier ser humano.
El Sexo produce Bienestar: De todas las actividades que el ser humano puede realizar, una de las que mayor sensación de bienestar produce en el mismo momento de su realización es el acto sexual. La actividad sexual, sola o en compañía, se desarrolla como un mecanismo de recompensa que utilizamos los humanos para sentirnos bien con nosotros mismos. Además, si nos referimos al sexo en pareja, debemos añadir el plano emotivo y sentimental que también entra en juego. Ya no es simplemente una satisfacción física, sino que también lo es emocional.
Perder las ganas de Sexo: En ocasiones ocurre que una persona pierde el interés por el sexo, que su libido ha disminuido. El ritmo de vida actual hace que acarreemos mucho estrés, obligaciones, preocupaciones, responsabilidades, etc. que nos hacen relegar a un segundo plano aquellas actividades que nos producen placer, entre ellas el sexo. Y con el sexo ocurre lo que con muchas otras cosas, que cuando se deja de practicar se olvida la satisfacción que nos produce. Priorizar determinados aspectos de la vida cotidiana e incluso el cansancio que éstos nos provocan nos hacen dejar de lado aquellas que nos producen bienestar, y ese es un comportamiento errático. Por eso, tal y como indica la doctora Molero, es importante que de vez en cuando frenemos ese ritmo frenético y dediquemos un determinado tiempo a recuperar aquellas cosas que tanto nos gustan, como por ejemplo, practicar sexo.
La calidad de las relaciones sexuales no depende de su frecuencia y la frecuencia adecuada no existe, así lo demuestran las estadísticas. El ritmo de vida influye directamente sobre el cambio de ritmo:
No existe un ritmo sexual "normal". A algunas personas les gusta tener relaciones sexuales a menudo (o muy a menudo) y a otras les gusta tenerlas después de cierto tiempo (o de mucho tiempo). El problema surge cuando las necesidades de la pareja no se presentan al mismo tiempo provocando frustraciones y dificultades en la relación
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Un ejemplo: Una encuesta reciente daba cuenta de que, en algunos lugares del África, la población negra lo hacía varias veces por jornada; pero lo interesante era ver que, cuando se trasladaban a centros urbanos y cambiaban sus hábitos (alimentación, condiciones de vivienda, mayor estrés), esa frecuencia se reducía de una manera notable. ¡Algunos se quejaban de que no podían hacerlo más de una vez por día!
Derribando mitos en cuanto el sexo no tradicional: ¿Es la homosexualidad una enfermedad mental o un problema emocional?
No. Los psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental concuerdan en que la homosexualidad no es una enfermedad, un trastorno mental ni un problema emocional. Más de 35 años de investigación científica objetiva y bien diseñada han demostrado que la homosexualidad, en sí misma, no se asocia con trastornos mentales ni problemas emocionales o sociales. Se creía que la homosexualidad era una enfermedad mental porque los profesionales de la salud mental y la sociedad tenían información tendenciosa.
En el pasado, los estudios sobre personas gay, lesbianas y bisexuales incluían sólo aquellos bajo terapia, creando así una tendencia en las conclusiones resultantes. Cuando los investigadores examinaron los datos sobre dichas personas que no estaban bajo terapia, se descubrió rápidamente que la idea de que la homosexualidad era una enfermedad mental no era cierta.
En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría confirmó la importancia de una investigación nueva y mejor diseñada y suprimió a la homosexualidad del manual oficial que detalla los trastornos mentales y emocionales. Dos años después, la Asociación Americana de Psicología promulgó una resolución apoyando esta supresión.
Durante más de 25 años, ambas asociaciones solicitaron a todos los profesionales de la salud mental que ayuden a disipar el estigma de enfermedad mental que algunas personas todavía asocian con la orientación homosexual

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