SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 8 de noviembre de 2013

Grasa Trans, para evitar mas enfermedades y muertes eliminar su uso

Argentina a la cabeza a nivel internacional en el control de la GRASA TRANS: En 2004, la OMS recomendó eliminar las grasas trans de alimentos procesados para consumo humano. En 2007, la OPS habló de “Américas Libres de Grasas Trans”. A fines de 2010 los ministerios de Salud y de Agricultura, Ganadería y Pesca lanzaron la campaña “Argentina 2014 libres de grasas trans” y modificaron el Código Alimentario: “El contenido de ácidos grasos trans de producción industrial en los alimentos no debe ser mayor a 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas para consumo directo y a 5% del total de grasas en el resto de los alimentos” (artículo 155).

“Las grasas trans no solo se han demostrado como poco saludables. Sino que podrían considerarse como no seguras para una alimentación equilibrada”, explica el experto de la Universidad de Navarra. “Afectan a la maduración del cerebro, a las membranas cerebrales e incluso a la formación de algunas hormonas esteroideas; además de incrementar el denominado colesterol malo”,

Estados Unidos se dispone a emprender su enésima batalla contra los problemas cardiovasculares y de obesidad que atenazan a su población. La FDA, la agencia que regula los alimentos y los fármacos en ese país, ha propuesto vetar la presencia de grasas trans artificiales —que contienen algunas pizzas congeladas, productos horneados, palomitas para microondas o bollos industriales— en los alimentos. Las autoridades ya no consideran seguras este tipo de grasas, que se producen al hidrogenar algunos aceites vegetales para que sean más sólidos y que los alimentos parezcan más atractivos.

Michael Taylor, responsable del área de alimentos de la FDA, explicó ayer que la agencia ha tomado esta decisión basándose, entre otros, en una investigación científica de 2011 que muestra que consumir estas sustancias hace que se eleve peligrosamente el nivel en sangre de colesterol malo y disminuya el bueno. “Si la evidencia científica dice que un producto es malo para la salud, nuestra función es proteger a los ciudadanos. Y esto es lo que estamos haciendo”, explicó.

Las autoridades estadounidenses creen que la medida ayudaría a prevenir unos 20.000 infartos y 7.000 muertes provocadas por patologías cardíacas al año. En Estados Unidos, una de cada tres personas padece problemas de corazón. En ese país, en 2007 (según los últimos datos recogidos por el Centro de Control de Enfermedades), murieron 150.000 personas menores de 65 años por ataques de corazón.

“Las grasas trans no solo se han demostrado como poco saludables. Sino que podrían considerarse como no seguras para una alimentación equilibrada”, explica el experto de la Universidad de Navarra. “Afectan a la maduración del cerebro, a las membranas cerebrales e incluso a la formación de algunas hormonas esteroideas; además de incrementar el denominado colesterol malo”, abunda.

"Desde hace años, muchas compañías han demostrado que se pueden crear alimentos procesados sin necesidad de usar grasas trans. Gracias a estos esfuerzos y a la educación sobre nutrición se ha conseguido que el consumo de estas sustancias en la nación se reduzca", puntualiza la FDA en un comunicado. De hecho, grandes franquicias de comida rápida como McDonalds, Kentuchy Fried Chicken o Dunkin Donuts han encontrado sustitutos y aseguran que ya no las utilizan desde hace años.

La presencia de esta sustancia se ha reducido mucho desde 2006 en EEUU. Ese año, cuando todavía no era obligatorio informar al consumidor en la etiqueta de que el alimento contenía grasas trans, los estadounidenses consumían 4,6 gramos de estas grasas al día; en 2012 ingerían un gramo diario. Sin embargo, la FDA recuerda que incluso un pequeño contenido de esta sustancia artificial puede acumularse y suponer riesgo para la salud. De ahí, dicen, el paso para vetarlas definitivamente que han aplaudido los responsables de salud pública estadounidenses.

“Aunque mucha de esta sustancia ha desparecido, sigue siendo un problema y hay que tratarlo”, apuntó Michael Jacobson, director ejecutivo del Centro Científico de Salud Pública y uno de los expertos que lleva años luchando para sacar la medida adelante.

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