SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 30 de noviembre de 2015

La desgracia de las mujeres que nacen en Latinoamérica para morir por ser mujeres. Los hombres hemos perdido el camino de la vida, y del amor, solo sangre y horror.

No cayeron en la guerra, por enfermedades terminales o en accidentes de tránsito. Lo que les costó la vida a casi 2,000 asesinadas en América Latina el pasado 2014 fue, sencillamente, su condición de mujeres.

A diario aparecen en la región historias de apuñaladas en medio del sueño, quemadas vivas, baleadas, molidas a golpes frente a sus hijos, violadas y luego tiradas en sacos a la vía pública, como si fueran basura.
Ya sea en la calle o dentro de sus casas, solo por su sexo de nacimiento las mujeres están en riesgo de sufrir maltratos que van desde el grito, la ofensa y la coacción hasta las violaciones colectivas, los golpes sistemáticos y la muerte. En más del 60% de estos casos, sus perpetradores son seres cercanos: parejas o ex parejas sentimentales, padres y padrastros, vecinos, supuestos amigos.

La “tierra de los machos”, como pudiera llamarse a Latinoamérica, registra las peores tasas de feminicidios, un término acuñado en las últimas décadas para definir la muerte violenta de las mujeres con base en la cultura que las pone en desventaja por su género.
Casi el 53% de las latinoamericanas han sido víctimas de algún tipo de violencia durante sus vidas. Pero algunos países son más mortíferos que otros para las mujeres. Veamos cuáles son, según datos de ONGs locales y organismos del Sistema de Naciones Unidas.
El Salvador: Este país centroamericano se ha mantenido por años en el primer puesto de feminicidios del planeta. Allí se velan 17 mujeres por cada 100.000 y al año se reportan unas 25.000 denuncias por maltrato y violencia sexual contra ellas. En 2014 fueron 183 los feminicidios, en su mayoría todavía impunes.

El crimen organizado, el tráfico de personas y el narcotráfico agravan un conflicto cultural y social. Muchas salvadoreñas pierden la vida a manos de las pandillas, que lucen la muerte como botín, a lo cual se suman las costumbres heredadas de la guerra civil (1980 a 1992), cuando vejar mujeres fue casi un arma de guerra.
Honduras: Los 531 feminicidios de 2014 no dijeron nada nuevo de esta nación. Solo son un poco menos que las 636 muertas por igual motivo en 2013.
En este país centroamericano de 8 millones de habitantes, una mujer muere violentamente cada 13 horas, más que las bajas diarias de algunos conflictos armados. A esto se suma el maltrato físico y los abusos sexuales, otro pan de cada día, al punto de que el 27 por ciento de las hondureñas informan haber sufrido violencia física en algún momento de sus vidas.

Las redes de crimen organizado y el pandillismo han detonado semejante alza feminicida. Muchas de las asesinadas recibieron el disparo de los maras, pero las causas profundas están en el machismo que otorga a los hombres poder y control sobre sus parejas.
Guatemala: Por cada 100,000 guatemaltecas, más de 10 mueren violentamente. Con semejante estadística, el país se ubica entre los más peligrosos para la mitad femenina. De 2013 a 2015, más de 1,200 víctimas tuvo allí el feminicidio y aumentan a 6,000 cuando el rango se amplía a la última década.
Peor les va a las indígenas, un segmento étnico extendido en Guatemala, porque el 24 por ciento de ellas ha sufrido alguna vez violencia física o sexual a manos de sus parejas
República Dominicana: Se llamaba Elis Mariana Díaz, tenía 32 años y recibió 12 puñaladas del novio José Manuel Severino, ensañado hasta la última gota de sangre. Su muerte, el 2 de enero pasado, inauguró la temporada de asesinatos impunes de mujeres en República Dominicana durante 2015, cifrada ya por decenas.
En ese país, se golpea a la mujer como deporte, y las autoridades siguen sin responder enérgicamente ante las denuncias por violencia de género que, el pasado año, sumaron más de 74,000, incluidos 188 feminicidios.

Colombia: Como si una sola fuera poco, Everilda Rodríguez, colombiana de 22 años, recibió 10 estocadas de cuchillo. No murió, pero si el exnovio hubiera logrado lo que se proponía, ella engrosaría ahora la enorme lista de feminicios del país suramericano, con más de 3 asesinadas cada 100,000 mujeres.
Es una sociedad que vive hace 5 décadas un conflicto armado y, solo en 2014, vio morir 806 mujeres por traumas con armas de fuego, 205 por ataques con armas cortopunzantes, 69 con generadores de asfixia y 35 por explosivos.
México: Está en las televisoras, los periódicos y revistas, aunque nada se resuelva. Las mujeres en México van muriendo a mansalva, porque allí, aproximadamente siete son asesinadas diariamente.
El 63 por ciento de las mexicanas con más de 15 años ha experimentado algún tipo de violencia de género y se habla de más de casi 2,000 desaparecidas entre 2005 y 2014.


Lo más mediático hasta ahora ha sido el caso de “las muertas de Juárez”, ciudad en el estado de Chihuahua, con más de 800 asesinadas en la última década. La mayoría no superaba la veintena de años, e iba camino al trabajo cuando fueron violadas, torturadas y muertas.

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