El triclosán, un compuesto antibiótico que se encuentra en muchos productos de consumo habitual, desde desodorantes a calcetines, va acumulando pruebas en su contra.
Se sabía que favorece la aparición de bacterias intratables con los medicamentos y que se encontraba entre las células de cáncer de mama. Ahora conocemos que estimula el desarrollo del cáncer intestinal en animales de laboratorio.
Los desodorantes son los productos que más frecuentemente recurren al triclosán, pero este antimicrobiano se halla también en pastas de dientes, jabones, detergentes, calcetines, sábanas, encimeras de cocina, juguetes o pequeños electrodomésticos, entre otros muchos bienes de uso cotidiano.
Pese a haber sido asociado a la resistencia bacteriana y al cáncer de mama, continúa siendo un ingrediente permitido. Solo está vetado en los productos con certificación natural o ecológica.
Ahora, científicos de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos) piden que se evalúe urgentemente su efecto sobre el sistema digestivo y se actualicen las normativas que regulan su uso.
La razón es que el triclosán ha producido inflamación intestinal y ha favorecido el desarrollo del cáncer de colon en ratones de laboratorio.
Según la investigación, dirigida por el doctor Guodong Zhang, el triclosánreduce drásticamente las poblaciones de bacterias beneficiosas que viven en el intestino. Esta perturbación grave de la microbiota produce inflamación y permite el desarrollo de las células cancerígenas.
La peor noticia es que prácticamente todos somos ratones de laboratorioporque todos estamos expuestos al triclosán, que a lo largo de los últimos 50 años se ha convertido en un contaminante ambiental omnipresente.
Todos estamos expuestos
Un estudio realizado en Estados Unidos lo encontró en el 75% de las muestras de orina tomadas. “Toda la población está expuesta al triclosán en casi todas las etapas de la vida”, decían los autores.
El triclosán se descubrió en la década de 1960 y empezó a utilizarse en los hospitales, en los productos para desinfectarse las manos.
Más tarde la industria de los productos de higiene y cosméticos lo añadió a la composición de desodorantes, jabones y detergentes, pastas de dientes, enjuagues orales y toallitas.
Después se pensó que podría servir para evitar los malos olores en bolsas de basura o calcetines, o para mantener desinfectados la superficie de trabajo en la cocina, los juguetes o los pequeños electrodomésticos.
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