SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 21 de agosto de 2020

AMENAZA: La amenaza de contagio de una enfermedad puede modificar nuestras respuestas psicológicas.

 

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días.

Durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.


Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.

Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.

Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad.

Nuestros juicios morales y actitudes sociales más conservadoras se vuelven más estrictas cuando consideramos temas como la inmigración o la libertad e igualdad sexual.

Los recordatorios diarios de enfermedades pueden incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.


Los recientes informes de aumento de xenofobia y racismo pueden ser el primer signo de esto, pero si las predicciones de la investigación científica son correctas, pueden reflejar cambios sociales y psicológicos mucho más profundos.

Sistema inmunológico conductual

Como gran parte de la psicología humana, estas respuestas a la enfermedad deben entenderse en el contexto de la prehistoria.

Antes del nacimiento de la medicina moderna, es muy probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas para nuestra supervivencia.

El sistema inmune tiene algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.

Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía, lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.

Estar enfermo también es fisiológicamente costoso.


El aumento de la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.

"Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico funcione es realmente costoso", dice Mark Schaller, de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.

Es como un seguro médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que usarlo".

Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de supervivencia.

Lidiando con covid-19

La influencia del sistema inmunológico de conducta varía de un individuo a otro. No todos se verán afectados en el mismo grado.

"Algunas personas tienen un sistema inmune conductual particularmente sensible que les hace reaccionar con demasiada intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de infección", detalla Aarøe.


Según varias investigaciones, esas personas ya eran más respetuosas de las normas sociales y más desconfiadas de los extraños que la persona promedio, y una mayor amenaza de una enfermedad simplemente endurece sus posiciones.

Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes.

Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes, pero la teoría del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.

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