SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 26 de agosto de 2020

Autolesiones y demás conductas autodestructivas en los adolescentes de hoy.

 

Los adolescentes de ahora tienen una manera de responder a las dificultades de la vida completamente nueva y compleja.

Se sabe que la adolescencia es una etapa complicada de cambio donde, muchas veces, el cuerpo se desarrolla antes de que estemos mentalmente preparados para ello.



La adolescencia será el momento de empezar a separarse de los padres para priorizar a los amigos, de tomar las primeras decisiones sobre sí mismos (gustos, cambios de look…), de resignificar las ideas que antes daban directamente por válidas y de ir formando una identidad propia.

Pero para entender mejor todo este proceso hemos de tener en cuenta su particular una forma de vincularse y de desarrollarse.

Desarrollo de la identidad de los adolescentes

La generación Z, los jóvenes nacidos desde el año 2000, son nativos tecnológicos. Han nacido en el seno de una sociedad tecnológica y viven permanentemente conectados.

Uno de los aspectos fundamentales a desarrollar en la adolescencia es una identidad propia.

Para que esto pueda suceder, es fundamental que la persona pase tiempo sola, en su habitación, con sus ideas, sus fantasías… Que se pregunte cosas, que repase los recuerdos del día y piense alternativas de cómo habría podido comportarse, que imagine lo que le gustaría hacer, etc. A día de hoy, el adolescente medio no está solo nunca, está permanentemente acompañado gracias a su móvil, al WhatsApp y a las diversas redes sociales.



Hoy en día sabemos, gracias a las técnicas de neuroimagen que, durante la adolescencia, sigue habiendo desarrollo de algunas zonas cerebrales.

Se observa una maduración tardía en la región prefrontal que es la implicada en la autorregulación de conducta.

Existe por tanto una relación entre el desarrollo del cerebro del adolescente y la tendencia a asumir riesgos o la constante búsqueda de novedades.

Estos dos factores, el desarrollo tardío de la corteza prefrontal y la incapacidad para estar en soledad, supone que el desarrollo de la identidad propia se retrasa y los jóvenes no disponen de las estrategias para manejo de emociones que van a necesitar en los próximos años.

En otras palabras, las cosas que les ocurren les superan y para soportarlas recurren a conductas novedosas, estimulantes o que supongan riesgos: conductas destructivas.

Tipos de conductas destructivas en adolescentes

En el presente artículo nos queremos centrar en las heridas autoinflingidas pero es importante nombrar los otros tipos de conductas destructivas a las que recurren los adolescentes:

Agresiones

Cuando ocurren cosas que escapan a su control, se enfrentan a situaciones en las que se sienten contra las cuerdas o acumulan tensión sin descargarla de ninguna manera es habitual ser testigo de ataques de ira adolescente.

En el caso de los jóvenes, por una cuestión meramente biológica de desarrollo del cerebro y falta de control de impulsos, la línea que separa ese sentimiento del acto de agresión es muy fina. No siempre serán agresiones físicas directas contra otros: aquí entra el bullying, cyberbulling, el vandalismo, las peleas… Agresiones contra los demás o el ambiente, ya sean físicas, verbales o cibernéticas.

Conductas de riesgo

Son actos repetidos y deliberados en los que no se tiene en cuenta que la integridad física o mental se está poniendo en riesgo.

Algunas conductas de riesgo adolescente pueden ser: emborracharse, subir fotos íntimas a redes sociales, difundir información personal, tener relaciones sexuales precoces o sin protección, tomar drogas, escaparse de casa, descuidar repetidamente su aseo e higiene, conducir a gran velocidad…etc.

Autolesiones

La autolesión, autoagresión o herida autoinflingida es un daño producido al propio cuerpo de manera intencionada y consciente con el objetivo de liberar emociones internas.

Esto se manifiesta generalmente a través de cortes, rasguños (realizados con las propias uñas por medio de un rascado repetitivo), quemaduras o golpes (generalmente puñetazos a objetos o de la cabeza contra paredes o puertas).

Exceptuando estos últimos, los golpes, el resto de autolesiones suelen realizarse en la parte interior de brazos y piernas o en el abdomen, zonas que pueden esconder fácilmente con sus ropas.

La creciente epidemia de autolesiones en adolescentes ha hecho saltar las alarmas entre educadores y profesionales de la salud. Un reciente estudio del hospital de la Paz de Madrid dice que hasta el 25% de los adolescentes diagnosticados de algún problema emocional o psicológico se autolesiona. El dato más inquietante es el de la población no clínica: del 5 al 10% de los jóvenes no diagnosticados de nada manifiestan conductas autolesivas. ¡Uno de cada diez o veinte!

Estadísticamente al menos un alumno por cada clase de cada colegio o instituto se autolesiona.

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