SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 14 de agosto de 2024

EL DIABLO Y LA CIENCIA: UN REPASO HISTÓRICO “FUE LA ESTRELLA DEL AMANECER PARA DIOS”

 

Los “demonios de la ciencia” es una expresión que sirve como metáfora para nombrar aquello para lo que no hay respuesta. La física mexicana-estadounidense Jimena Canales, autora de Bedeviled: A Shadow History of Demons in Science (Endemoniados: una historia sombría de los demonios en la ciencia), recoge los grandes demonios de grandes científicos.



El matemático francés Pierre-Simon Laplace imaginó una entidad que supiera dónde están todos los átomos del universo y cuáles son las leyes del movimiento. En el célebre pasaje de su Ensayo filosófico sobre la probabilidad de 1814, escribió:

“Entonces debemos considerar el estado actual del universo como el efecto de su estado anterior y como la causa del siguiente. Dada por un instante una inteligencia que pudiera comprender todas las fuerzas que animan la naturaleza y las respectivas posiciones de los seres que la componen –una inteligencia suficientemente vasta para someter estos datos al análisis– abarcaría en la misma fórmula tanto los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligero; para él nada sería incierto y el futuro, como pasado, estaría presente ante sus ojos”.



Esta inteligencia calculadora superpoderosa, más tarde conocida como el demonio de Laplacesignificó el comienzo del determinismo y de la idea de que la naturaleza es cognoscible y la ciencia puede explicarlo todo.

Hay otro gran demonio en ciencia, el del físico escocés James Clerk Maxwell. “Un ser muy observador y de dedos pulcros” que separa las moléculas más calientes y rápidas de las más frías y lentas… violando nada menos que la segunda ley de la termodinámica. El demonio de Maxwell ha atormentado a los físicos durante décadas.

COMO HAS CAÍDO DEL CIELO, LUCERO del amanecer

Isaías –capítulo 14, versículos 12 a 14–: “¡Cómo has caído del cielo, Lucero, hijo de la Aurora!”. Los demonios, en la tradición abrahámica, son ángeles o Glorias que cayeron de los cielos.

Luzbel –el ángel predilecto al que Isaías llama Lucero– recibe el nombre de Lucifer tras el destierro. En la mitología romana, Lucifer es hijo de Aurora y es representado como un personaje masculino que porta una antorcha. Existe, además, una correlación con el planeta Venus, para los romanos el lucero del alba, estrella de la mañana.

El diablo ejerce como figura que trae la luz –el conocimiento – a los humanos: Lucifer se presenta al amanecer conformando un relato similar al del Sol Invictus , una festividad romana que es la antesala de la tradición navideña cristiana.

En ciencia, se llaman luciferinas las proteínas responsables de la bioluminiscencia y una astrofísica estadounidense, Elizabeth Roemer, decidió llamar Lucifer a uno de los asteroides que descubrió.

EL QUE INCITA AL CONOCIMIENTO

El capítulo 3 del libro del Génesis relata la primera acción del demonio como incitador al conocimiento.

Transfigurado en una serpiente le responde a Eva en relación a la prohibición que tenían los primeros moradores del Jardín del Edén de comer frutos del árbol que estaba en medio del jardín:

“Incluso Dios sabe que cuando ustedes coman de ese árbol, comprenderán todo mejor; serán como dioses porque podrán diferenciar entre el bien y el mal”. Versículo 5.

 Fuente: National Geographic

 

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