El sentido
purificador atribuido al fuego, se mezcla con el rito estival de la fogata de
San Juan. El martirio de los santos Pedro y Pablo se confunde con las ordalías
en que se quemaban presuntos cómplices del diablo.
Cada 24 de
junio, después de haber recolectado y acarreado durante semanas toda clase de
elementos combustibles, llega el momento culminante: las niñas y niños de cada
barrio encienden sus «fogaratas». Costumbre muy celebrada en la Provincia de Buenos
Aires, Partido de Lincoln, (hoy un poco olvidada) pero que causaba mucha
emociona los niños cuando durante días cortaban en los terrenos baldíos los
arbusto secos de hinojo que alcanzaban unos dos metros de altura, pero muy
fáciles de acopiar para los niños. También se agregaron por su prolongada y
abundante llama quemar un par de cubiertas de caucho de automóvil o camión en
desuso.
El 24 de junio es la fiesta de
San Pedro y San Pablo, el primer Papa y el gran Apóstol de los Gentiles. Según
la tradición, ambos fueron ejecutados alrededor del año 67, por orden de Nerón.
Pedro fue crucificado cabeza abajo según su deseo, por considerarse indigno
morir como su maestro. Pablo fue conducido a Ostia, y allí fue decapitado. El simbolismo
del fuego tiene siempre un trasfondo religioso: expía el demonismo de las
brujas, ahuyenta los malos espíritus, conmemora acontecimientos sagrados.
En la noche de San Juan (el
solsticio de verano del hemisferio norte), se encienden fogatas de fiesta a la
puesta del sol y hasta su nueva salida, para abolir para siempre la oscuridad.
En estas noches mágicas se produce la comunicación entre el mundo profano y el
mundo sagrado.
Cada cultura los celebra a su manera. |
La muerte de los Apóstoles por
crucifixión y decapitación se asocia de este modo, en el rito de la fogata, con
el sacrificio en la hoguera. Así, en lo alto de la «fogarata» no suele faltar
"el muñeco"(figura humana hecha al modo de los espantapájaros, que es
quemado como expiación colectiva, o para rendir homenaje a mártires inocentes).
Quemando nuestros monstruos imaginarios |
Esta fiesta pagana y religiosa, que sigue vigente en los barrios y en el interior, es para muchos una tradición querida que enlaza con la sacralidad tan primitiva como auténtica del ritual del fuego; expresa el anhelo de trascendencia para los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario