Es importante para la salud el logro alcanzado por ingenieros de la Universidad de Harvard que han construido un enjambre de más de un millar de minirobots capaces de comunicarse entre sí y trabajar coordinadamente, como si fuesen abejas.
La
capacidad de estos y otros ingenieros de todo el mundo de trabajar con
tecnología a cada vez más pequeña escala está encontrando aplicaciones
en multitud de campos. Uno de ellos es la medicina, donde podrían servir
en un futuro próximo para la aplicación de tratamientos más eficaces,
entre otras cosas.
En una idea que parece salida directamente de la novela Un viaje alucinante
de Isaac Asimov, científicos del Davis Cancer Centre de la Universidad
de California han dado un importante paso adelante para crear un
diminuto ejército de nanorobots que podría desplazarse por el interior del cuerpo a la caza de tumores malignos para destruirlos.
Concretamente, han desarrollado una nanopartícula llamada nanoporfirina (nanoporphyn), una estructura diminuta capaz de reconocer células tumorales y de inyectarles directamente los medicamentos para destruirlas.
Doble función en una sola nanopartícula: diagnóstico y tratamiento
La
diferencia respecto a otras nanopartículas es su versatilidad. Hasta
ahora, este tipo de componentes utilizados en medicina tenía unas
propiedades distintas. Las nanopartículas inorgánicas normalmente tienen
cualidades únicas que las hacen muy útiles para determinadas
aplicaciones, como las pruebas con fluorescencia o las imágenes por
resonancia magnéticas. Las orgánicas se emplean para la aplicación de
medicamentos, debido a su biocompatibilidad y su capacidad de ser
químicamente modificadas.
La nanoporfirina desarrollada ahora por
los científicos podría asumir ambas características, lo que le
permitiría actuar tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de los
tumores.
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