Cuando la Cumbre de París de 2015 terminó con lo que muchos llamaron "un acuerdo histórico", algunas voces se alzaron, llenas de escepticismo.
Señalaron entre otras cosas que para controlar el calentamiento global de forma que no supere los 1,5 grados (o 2 en el peor de los casos) de aquí a fin de siglo, no sería suficiente con reducir las emisiones de dióxido de carbono, un objetivo que ya es difícil. Habría que extraer parte del CO2 ya presente en la atmósfera.
Alineada con esa idea, Islandia acaba de poner en marcha la primera planta con emisiones negativas de CO2, es decir, que consumirá más dióxido de carbono del que emitirá a la atmósfera. Pertenece a la startup suiza Climeworks.
Cómo se convierte el gas en piedra
Su funcionamiento es el siguiente: enormes turbinas absorberán grandes cantidades de aire, reteniendo las moléculas de dióxido de carbono para después dirigirlas bajo tierra, a una base de roca volcánica. Allí, el CO2 reaccionará junto con el basalto y quedará solidificado en forma de roca caliza.
Según sus cálculos, esta tecnología podría extraer 50 toneladas de CO2 del aire al año. Se trata todavía de un programa piloto, pero su gran ventaja es que al convertir el gas en piedra no hace falta guardarlo y vigilarlo en un depósito.
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