Todas las imágenes pertenecen a los Carnavales Artesanales de Lincoln, Buenos
Aires/2019
La gente se metía en las casas y reventaban huevos por
todos lados! El exceso y la destrucción de propiedad eran tan
grandes que en febrero de 1795 el virrey Arredondo prohíbe "los
juegos con agua, harina, huevos y otras cosas". Luego se volvió costumbre,
en especial entre las mujeres, jugar a tirarse con agua con cualquier
recipiente; hasta usaban huevos vaciados y rellenos con agua con olor a rosa
(aunque a veces se tiraban huevos podridos).
Este tipo de celebraciones se
realizaban más que nada en las grandes sociedades (como la casa de Margarita Sanchez de
Thompson, la casa del Virrey Cisneros, la casa de "La
Perichona", entre otras). Pero era en los
barrios más humildes, conformados por pequeñas comunidades integradas por
población negra de origen africano, donde se practicaba el candombe.
Otra costumbre, que en algunas ciudades se sigue
realizando al día del hoy, es la de quemar un muñeco de paja. Esta
costumbre viene de la época de Rosas, y se llamaba "día del entierro":
Los vecinos de cada barrio colgaban en algún lugar un muñeco de paja, al que
llamaban Judas, que luego era quemado, en medio de una fiesta general.
Ya en 1839 se permitieron las máscaras y comparsas,
además de los cohetes, luego de la debida autorización de la
policía. Solo se permitía el juego en los tres días propiamente dichos de
carnaval, y el horario era anunciado desde la Fortaleza (actual Casa Rosada)
con tres cañonazos al comienzo, 12 del mediodía, y otros tres para finalizar
los juegos, al toque de oración (seis de la tarde). Por más que se trataba de
prevenir desmanes, el problema es que la misma policía formaba parte de los
festejos y ninguna medida preventiva era respetada, por lo que comenzaron a
incrementarse las peleas, vandalismo,
robo, alcoholismo, violaciones y hasta muertes. Por
este motivo, el 22 de febrero de 1844 Rosas prohíbe por decreto el carnaval.
Recién se vuelve a permitir el carnaval 10
años después, una vez Rosas fuera del poder, pero esta vez estaba mucho más
reglamentado, con mucha custodia policial, y sólo se realizaban bailes públicos
en diversos lugares, previo permiso de la policía. También comienzan a
predominar las comparsas, pero debían estar anotadas, así como sus
integrantes y las personas que llevaban caretas, que tenían que
pedir un permiso y llevarlo encima por si un policía lo requería.
Ya a partir de 1870 los carruajes comenzaron a
desfilar en los corsos, que se hacían en las calles
Rivadavia, Victoria y Florida, aunque luego se extenderían a otras calles y
barrios. Eran muy alegres y vistosos, los disfraces y adornos eran cada vez más
lujosos.
Por esa época los bailes comenzaron a tener
importancia. Se hacían a continuación de los corsos en
teatros, instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. Usualmente
eran de disfraces, y se bailaban polcas, valses, etc. En casi
todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto en la Capital como
en el Gran Buenos Aires.
Con los años, la gente de sociedad se fue
distanciando y dejó de compartir como antes estas fiestas populares, solo iban
a los bailes o se mostraban en los carruajes durante los corsos más
importantes. Dejó de existir la camaradería donde los blancos y negros se
mezclaban con los ricos y los pobres, los grandes con los chicos. Con los años,
el carnaval fue
perdiendo su encanto, al punto que empezaron los desmanes de nuevo por culpa de
patotas y bandas de gente pesada que siempre armaba pelea, hasta que en 1909 se suspendieron
los corsos por los continuos incidentes que se producían.
A partir de 1915 muchas de las famosas comparsas fueron
desapareciendo. Fueron siendo remplazadas por las murgas. Los corsos perdían
brillo, se poblaban de chatas, carros y carritos de lechero, ya no primaba la
elegancia de tiempos pasados. Eran tiempos difíciles y se reflejaba en
los festejos
del carnaval. Los desfiles fueron siendo
dejados de lado por los bailes en gran escala que organizaban diferentes
instituciones sociales. En la década del 20 eran muy pocos los corsos que
seguían existiendo, y menos aun los que seguían siendo alegres y divertidos.
Los carnavales siguieron
existiendo como fiesta pública por entidades organizadas por barrios, que es la
forma que todavía se realiza en nuestros días. Desaparecieron los corsos,
pero todavía se festeja. Y por supuesto los juegos con agua nunca
desaparecieron por más prohibiciones que les implantaron, ya que es de lo más
común a ver a niños tirándose bombas de agua!
Pero los vaivenes de la sociedad política y
económica Argentina volvieron a incidir en los festejos,
ya que Perón prohibiría
los días feriados para festejarlo, aunque no estaba en contra del carnaval en
sí. El siguiente revés se produciría durante la dictadura militar del
’76, que prohibió directamente el carnaval, que recién volvería
con el regreso
de la democracia en 1983, y que durante el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner se restablece los feriados para festejar el carnaval.
Increíble todas las vueltas que dio esta
celebración casi tan antigua como la humanidad! Hace apreciar más esta
festividad, no? A disfrutar!
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