El irupé (victoria cruciana) es una planta acuática que se cría en las aguas profundas y tranquilas del Paraguay y de la Mesopotamia argentina.
Sus hojas, que pueden llegar a medir hasta dos metros de diámetro, están dotadas de un reborde de unos seis centímetros que impide que el agua las penetre y puedan sostener grandes pesos, por lo que es común ver a las aves reposando en ellas y aún a pequeños mamíferos, especialmente en los períodos de inundación.
La parte superior de las hojas es de un verde brillante, mientras la inferior es rojiza y está surcada por una red de nervaduras. Las hojas están sostenidas por un largo peciolo que las une a un rizoma sumergido. Las flores son grandes y de pétalos blancos que poco a poco van tornándose rojizas con el correr de los días. El fruto recibe el nombre de ‘maíz del agua’ y contiene numerosas semillas que pueden comerse tostadas.
Cuenta la leyenda de esta maravillosa flor que la india Morotí y el indio Pitá se amaban. El era fuerte y valiente, ella era dulce y hermosa. Un día, mientras paseaban por la orilla del río Paraná, Morotí arrojó su brazalete para que Pitá lo rescatara.
Pronto se lanzo al agua el indio enamorado, pero no volvió a surgir de ella. Impulsada por el hechicero de la tribu Morotí se sumergió también, buscando entre las aguas el cuerpo de su amado.
Pasaron las horas y ninguno de los dos volvió a la vida. Al amanecer los indios vieron flotar sobre aquellas aguas una flor extraña en la que el hechicero reconoció a la bella Morotí en los pétalos blancos y al intrépido Pitá en pétalos rojos.
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