SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 25 de noviembre de 2020

Celebramos ayer el Día del Vino argentino.

 

Cada 24 de noviembre se celebra la declaración del vino como bebida nacional. La bebida logró su primer reconocimiento por decreto presidencial ese día en 2010 pero luego, en 2013, hubo una ley aprobada por unanimidad en el Congreso. Desde esa fecha, todos los años se celebra el valor cultural que tiene el vino y la vitivinicultura, su arraigo con la tierra y su rol en la identidad de los argentinos.



Con el tiempo, los productores vitivinícolas de la Argentina fueron armando y potenciando su festejo regional. En este marco, se consolidaron una serie de eventos culturales y turísticos que se extienden por toda la geografía nacional, potenciando se atractivo turístico. Por eso hoy el vino argentino, "Bebida nacional", se celebra en cada rincón del país con actividades que arrancan los 22 de noviembre pero se extienden hasta principios de diciembre.

Argentina es el país vitivinícola más importante de América del Sur y uno de las 10 más destacados en el negocio vitivinícola mundial. Y fue el primer país del mundo que declaró al vino como su "Bebida nacional". La actividad vitivinícola dinamiza las economías regionales de las provincias productoras y genera un alto valor agregado en origen. De Jujuy a la Patagonia, las más de 230.000 hectáreas cultivadas con vid hacen de Argentina uno de los más diversos en climas, suelos y características culturales.



Desde la producción primaria hasta la distribución y comercialización, la vitivinicultura es un motor creador de empleos. La cadena vitivinícola genera más de 110.000 puestos de trabajo directos y más de 280.000 empleos indirectos.

La geografía vitivinícola argentina se nutre del trabajo de más de 17.600 productores primarios que brindan materia prima de calidad a las casi 900 bodegas. La incorporación de tecnología ha permitido alcanzar altos estándares cualitativos con una producción vitivinícola sustentable, inclusiva y que aborda el futuro con una mirada estratégica.

El complejo vitivinícola es una de las 10 principales cadenas exportadoras del país: más de 500 exportadores llegan a 120 países con vinos, jugo de uva concentrado, pasas y uva para consumo en fresco. Siete de cada 10 litros de vino que se elaboran en Argentina se consumen en el país. Esto hace de nuestro mercado interno una plaza para consolidar y expandir.



Desde la producción primaria hasta la distribución y comercialización, la vitivinicultura es un motor creador de empleos. La cadena vitivinícola genera más de 110.000 puestos de trabajo directos y más de 280.000 empleos indirectos.

La geografía vitivinícola argentina se nutre del trabajo de más de 17.600 productores primarios que brindan materia prima de calidad a las casi 900 bodegas. La incorporación de tecnología ha permitido alcanzar altos estándares cualitativos con una producción vitivinícola sustentable, inclusiva y que aborda el futuro con una mirada estratégica.

El complejo vitivinícola es una de las 10 principales cadenas exportadoras del país: más de 500 exportadores llegan a 120 países con vinos, jugo de uva concentrado, pasas y uva para consumo en fresco. Siete de cada 10 litros de vino que se elaboran en Argentina se consumen en el país. Esto hace de nuestro mercado interno una plaza para consolidar y expandir.



La vitivinicultura comprendió que el mundo es conexión y abrió sus puertas a visitantes de todo el mundo. Por las bodegas pasan casi 2 millones de turistas al año y esto moviliza también la gastronomía, el transporte, hotelería y fortalece nuestra imagen país.

La marca “Argentina” se reconoce en los mercados internacionales como sinónimo de diversidad, de extensión territorial y, fundamentalmente, de pasión. La misma pasión que expresan todos los vinos presentes en el mercado interno.

 

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