SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 14 de junio de 2021

¡FELICIDADES ESCRITORES ARGENTINOS! ¿Por qué se celebra en Argentina el día del escritor el 13 de junio?

 

El "Día del Escritor" en la Argentina se celebra todos los 13 de junio, en honor al nacimiento de Leopoldo Lugones (1874-1938), un artista que a través de sus variadas obras lideró, sin quererlo, la vanguardia literaria del modernismo de finales del siglo XIX. ¿Qué lo hizo tan excepcional a Lugones? ¿Por qué su literatura no se pareció a ninguna otra? ¿Quiénes fueron sus discípulos? ¿Era Jorge Luis Borges un enemigo o el que mejor lo entendió?



Todo esto lo responde María Pía López, doctora en Ciencias Sociales, socióloga, ensayista, investigadora, docente y admiradora del escritor, nacido en Villa María del Río Seco, en el norte de la provincia de Córdoba, a quien le dedicó un libro: Lugones. Entre la aventura y la cruzada (Colihue, 2004).

Fue Leopoldo Lugones, en 1928, el fundador y primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la asociación c¡vil que, tras su suicidio por tomar un vaso de whisky con cianuro en 1938, declaró al 13 de junio como el "Día del Escritor" en la Argentina.

¿Cómo fue la educación de Leopoldo Lugones para interesarse por tantas cosas?

-Para pensar la educación de Lugones hay que pensar en su formación inicial en la provincia. Nace y crece en la frontera entre Córdoba y Santiago del Estero, y él cuenta una anécdota que es interesante sobre sus inicios como lector, elogiando la existencia de las bibliotecas populares. Entonces, dice que en la escuela había una de estas bibliotecas creadas por Sarmiento (lo dice en la biografía que escribió de él), que el maestro le prestó al niño Lugones un libro llamado La Metamorfosis de los insectos, y él dice que eso le reveló su amor por la naturaleza y, al mismo tiempo, el respeto a la contemplación científica.



Ese amor por la naturaleza yo creo que está presente a lo largo de su obra, fuertemente en su poética, en odas seculares y en sus poemas más tardíos también. Lugones es alguien que trabaja con referencias de la naturaleza y, de algún modo, con una especie de entusiasmo y admiración por lo grandioso del paisaje. Entonces, es alguien que narra montañas, narra altura, narra flujos de ríos, eso es en parte la fuerza de su poética y él la vincula con este origen, que es una fascinación por contemplar el mundo animal.

¿Cómo logró convertirse en un vanguardista de la literatura?

-Lugones fue un vanguardista particular del modernismo, donde de algún modo brillaban Rubén Darío y José Martí. Un vanguardista que no se reconocía como tal, y que tenía como particularidad de trabajar con la sonoridad de la poetica, construyendo un alejamiento quizá del mundo de las referencias.



Él mismo va a decir que Darío es el gran libertador del idioma, porque construye uno que va a ser un idioma americano, a diferencia del español. El modernismo pude ser visto como el momento de ruptura de la poética latinoamericana respecto del mundo europeo. Sin embargo Lugones, que participó activamente de esta corriente, y que tiene libros extraordinariamente vanguardiastas como La guerra gaucha o Lunario sentimental, cuando aparecen las vanguardias argentinas de la década del 20, y las vanguardias europeas en la del 10, va a ser absolutamente crítico, y va a considerar de algún modo que vienen a postular una especie de generación de las artes, en la que todo vale porque se rompe el principio de armonía, que era el que sostenía la belleza y la valoración de la belleza.

¿Cómo describiría el estilo modernista de Lugones? ¿Tuvo discípulos?

-Hay una serie de escritores que se podrían pensar como discípulos de Lugones, del círculo más estrecho de sus amigos, como Samuel Glusberg, Horacio Quiroga y Ezequiel Martínez Estrada, con quien hay una relación de filiación, de amistad y de crítica por parte de Martínez Estrada hacia Lugones. Mucho respeto como poeta y distancia como ensayista. Fundamentalmente, esa distancia la establece en los modos de considerar la interpretación del Martín Fierro y el nacionalismo de Lugones.

Después están sus seguidores díscolos, entre los que la figura central, me parece, es Borges. Un Borges que después de toda las disputas y las críticas, hay una que señalaba David Viñas que me parece central, que es que en Lunario Sentimental se trabaja sobre la totalidad, y la mirada sobre el universo, y Borges escribe frente a eso la Luna de enfrente, es decir, la luna que yo puedo ver desde el patio de mi casa. Baja desde la totalidad, el ademán grandioso, lo gigante y las alturas, hacia el orden de lo barrial.

Pero al mismo tiempo, ese mismo Borges que produce ese cuestionamiento tan intenso toma distancia para poder establecer su propia poética. Cuando prologa El Hacedor (1960), agrega una escena onírica e imposible, que es el encuentro con Lugones en el orden atemporal, en el escenario de la eternidad, un Lugones que ya está muerto, pero que sin embargo lo recibe afectuosamente. Borges imagina esa escena de reconciliación, entre el Lugones que era el gran poeta nacional en los años 10 y 20, y un Borges que ya ocupaba ese centro indiscutido de regir la lengua literaria argentina.

 

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