SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 11 de enero de 2023

La educación política de los ciudadanos y ciudadanas es la esencia de la democracia. (Lectura de vacaciones)

 

Miren si será importante la educación política de la ciudadanía, que sin ella no hay una verdadera democracia. Sin embargo, la ciudadanía carece de educación política y seguimos hablando de “la” democracia como si nada fuera.

 


Políticos, pedagogos, políticos, funcionarios, científicos, maestras, universitarios, periodistas, abogados, artistas, intelectuales, escritoras, almaceneros, empresarios, empleados públicos, obreros de la construcción, modistas, arquitectas, ingenieros, en fin, todo el mundo habla de la educación, del déficit educativo de la Argentina, de que la educación está muy mal, de que sin educación la Argentina está perdida, de que la gran deuda del país es la educación, de que hay que mejorar las pedagogías y las didácticas, de que hay que innovar en tecnología, de que hay que cambiar el paradigma educativo, de que debemos mejorar los planes de estudio, etc.

Pero no he escuchado a nadie todavía, absolutamente a nadie, mencionar un hecho crucial, que en todos los niveles del sistema educativo argentino no se forme ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política que, como queda  mostrado, es esencial para poder tener una auténtica democracia.

La naturalización de la ignorancia política

En su libro El futuro de la democracia, el politólogo italiano Norberto Bobbio señala seis falsas promesas de la democracia. La sexta es la que, lamentablemente, en ninguna democracia liberal se lleva a cabo; la educación política del ciudadano. Bobbio la denomina: “El ciudadano no educado”. Y ahí está el punto, sin la formación política de la ciudadanía la democracia termina siendo una farsa, un sistema funcional a la oligarquía. Y este es uno de los principales problemas de la democracia liberal, porque con una ciudadanía sin formación política se hace difícil hablar de democracia en tanto el poder del pueblo, que es el sentido etimológico de este concepto y su verdadero significado.

Es valioso el aporte de Bobbio porque señala uno de los vacíos preocupantes de la democracia liberal. No obstante, merece una crítica. No creemos que la democracia liberal pueda prometer la educación política de la ciudadanía. ¿Por qué? Sencillamente, porque la condición de existencia de la democracia liberal es la despolitización de la ciudadanía. El vínculo de “representatividad”, elemento clave del contrato entre gobernantes y gobernados en la democracia liberal, lo deja bien claro, como se señala en todas las constituciones liberales.

Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos entre nosotros mediatizados por la realidad política en la que estamos insertos.

 

La lucha cultural y educativa contra los prejuicios de género fue un éxito notable, y no fue un producto del sistema educativo, menos aun de los medios de comunicación, sino el resultado de una lucha encarada desde la sociedad misma, por movimientos de personas que comenzaron a vivir la realidad más allá de las naturalizaciones y los prejuicios. Decimos éxito, y lo celebramos, porque en el campo social, cultural y artístico hay un antes y un después de la emergencia de estos notables movimientos. La ley del aborto fue una de sus conquistas, mientras las mujeres activas y organizadas continúan batallando para derrotar al patriarcalismo y que cesen de una vez los feminicidios. Y esto nos obligó a muchos a deconstruirnos y volvernos a construir.

 Notable acontecimiento, por cierto.

Viví toda mi infancia y adolescencia y parte de mi adultez en un contexto socio-cultural en el que, por ejemplo, la homosexualidad era poco menos que un crimen y los hombres no eran tales si no le decían un piropo a una mujer en la calle, y si era grosero, mejor. Fue una conquista que no bajó desde arriba, sino que nació bien desde abajo. Fue una victoria popular, aunque no todo el pueblo haya participado activamente.

El analfabetismo político está naturalizado, lo que entraña el gran problema de que no se lo visibiliza. Pero el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía es, sin duda, una de las principales causas de los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos, que impiden la solución de los grandes problemas estructurales de la Argentina. Cuando los pueblos eligen y votan a sus verdugos, no lo dudemos, la ignorancia política no puede faltar como una de las razones que explican esa caída.

 

El sistema educativo tradicional, que no formó, no forma, ni formará ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política mientras continúe el mandato del bloque de poder oligárquico sobre la democracia liberal, los medios de comunicación hegemónicos y la despreocupación de los gobiernos nacionales y populares por la educación política del pueblo, explican el bajo nivel de alfabetización política de gran parte de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, lo que debilita sustancialmente las posibilidades de empoderamiento del pueblo.

Enseñamos y aprendemos en defensa de los valores e intereses de la patria y el pueblo, de la soberanía nacional y regional y de la patria mundo, en un planeta donde la geopolítica del unilateralismo tiene efectos nefastos en todas las regiones y países del orbe.

 

En este contexto la alfabetización política debería ser una prioridad. Y si los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular elevamos nuestro nivel de alfabetización política y nos convertimos en educadores, no hay nada que impida la multiplicación de la formación política y la apertura del camino para la construcción de un verdadero poder popular.

Bibliografía

Bobbio, Norberto (1986) El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.

Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: siglo XXI.

Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina.

José Luis Lens 27/72022

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