El Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, escribió una enérgica respuesta al exnuncio Carlo María Viganò, quien acusa al Papa Francisco de actuar con negligencia ante los abusos cometidos por el excardenal Theodore McCarrick en Estados Unidos.
En una carta abierta publicada este domingo 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario, el Cardenal Ouellet afirmó: “En razón de la buena relación de colaboración que existía entre nosotros cuando eras Nuncio en Washington, te digo que tu actual posición me parece incomprensible y extremadamente reprobable, no solo por la confusión que genera en el pueblo de Dios, sino porque tus acusaciones públicas lesionan gravemente la fama del Sucesor de los Apóstoles”.
La respuesta del Cardenal aparece un día después de que el Vaticano anunciara que el Papa Francisco ordenó el estudio exhaustivo de los documentos en la Curia Romana sobre el caso McCarrick.
La carta del Cardenal responde a la publicación de Viganò, el 27 de septiembre, de una segunda misiva en la que lo acusa de haberse rendido en su puesto de Prefecto de la Congregación de los Obispos al ver que su trabajo “era minado por las recomendaciones para las designaciones episcopales que pasaban directamente al Papa Francisco por dos ‘amigos’ homosexuales de su dicasterio”.
Viganò también escribió ese día que “antes de irme a Washington, usted fue quien me dijo sobre las sanciones que el Papa Benedicto impuso a McCarrick. Usted tiene los principales documentos que incriminan a McCarrick y muchos en la curia por su encubrimiento. Eminencia, lo exhorto a dar fe de la verdad”.
La primera carta de Viganò se conoció el 25 de agosto. En ella el exnuncio acusó al Papa Francisco de levantar en 2013 supuestas sanciones impuestas por Benedicto XVI a McCarrick y convertirlo en “su consejero de confianza”.
En su carta de este domingo, el Cardenal Ouellet le respondió al exnuncio Viganò: “Tú dices que informaste al Papa Francisco el 23 de junio de 2013 sobre el caso McCarrick en la audiencia que te concedió a ti, como a tantos otros representantes pontificios de los que él encontró por primera vez ese día. Imagino la enorme cantidad de informaciones verbales y escritas que él debió recibir en aquella ocasión sobre muchas personas y situaciones. Dudo grandemente que McCarrick lo pueda haber interesado al punto que tú has hecho creer, ya que en ese momento era un Arzobispo Emérito de 82 años y ya llevaba siete sin encargo”.
“Además, las instrucciones escritas, preparadas por ti para la Congregación de los Obispos al inicio de tu servicio en 2011, no decían nada de McCarrick, salvo lo que tú dices de su situación de Obispo emérito que debía obedecer a ciertas condiciones y restricciones a causa de las voces sobre su comportamiento en el pasado. Desde el 30 de junio de 2010, cuando yo ya era Prefecto de esta Congregación, nunca he tratado en audiencia con el Papa Benedicto XVI o el Papa Francisco el caso McCarrick, salvo en estos últimos días, después de su salida del Colegio de Cardenales. El excardenal, jubilado en mayo de 2006, ya había sido fuertemente exhortado a no viajar y a no comparecer en público para no provocar habladurías respecto a él”.
Por ello, “es falso presentar las medidas tomadas en relación a él como ‘sanciones’ decretadas por el Papa Benedicto XVI y anuladas por el Papa Francisco”, resaltó el Prefecto de la Congregación para los Obispos.
“Tras reexaminar los archivos, constato que no hay documentos en relación a esto firmado por uno u otro Papa, ni hay registrada audiencia de mi predecesor, el Cardenal Giovanni Battista Re, que diera un mandato de obligación del Arzobispo emérito McCarrick de silencio y una vida privada, con el rigor de pena canónica. El motivo es que no se disponía entonces, a diferencia de hoy, de pruebas suficientes de su presunta culpabilidad. De allí la posición de la Congregación inspirada en la prudencia y las cartas de mi predecesor y mías que pedían, a través del Nuncio Apostólico Pietro Sambi y luego a través de ti, un estilo de vida discreto de oración y penitencia por su mismo bien y por el de la Iglesia”.
El Prefecto precisó que el caso McCarrick “habría sido objeto de nuevas medidas disciplinarias si la Nunciatura en Washington o cualquier otra fuente nos hubiese proporcionado informaciones recientes y decisivas sobre su comportamiento”.
Tras expresar su esperanza en que las investigaciones que ahora se realizan en Estados Unidos y en el Vaticano “nos ofrezcan una visión crítica y completa de los procedimientos y circunstancias de este caso doloroso”, el Cardenal
cuestionó: “¿Cómo es posible que este hombre de Iglesia, de quien se conoce la incoherencia, haya sido promovido hasta el punto de convertirse en el Arzobispo de Washington y Cardenal? Yo mismo me sorprendo y reconozco los defectos en el proceso de selección que se realizó en su caso”.
Sin entrar en detalles, prosiguió, “se debe comprender que las decisiones tomadas por el Sumo Pontífice se dieron en base a las informaciones de las que se disponía en ese preciso momento y que constituyen el objeto de un juicio prudencial que no es infalible”.
“Me parece injusto concluir que las personas encargadas del discernimiento previo sean corruptas”, lamentó el Cardenal, quien acusó a McCarrick de haber sabido “defenderse con gran habilidad de las dudas sobre él”.
“De otro lado, el hecho que puedan haber en el Vaticano personas que practiquen y sostengan comportamientos contrarios al Evangelio en materia de sexualidad no nos autoriza a generalizar y a declarar indigno y cómplice de esto o aquello incluso al Santo Padre”.
“Querido representante pontificio emérito: te digo francamente que acusar al Papa Francisco de haber encubierto con pleno conocimiento de causa a este presunto depredador sexual y ser además cómplice de la corrupción que propaga la corrupción, al punto de considerarlo indigno de seguir su reforma como primer pastor de la Iglesia, me resulta increíble e inverosímil desde todo punto de vista”.
“No llego a comprender cómo has podido dejarte convencer de esta acusación monstruosa que no se sostiene”, subrayó el Cardenal Ouellet.
El Prefecto dijo asimismo que nunca ha escuchado “al Papa Francisco hacer alusión a este autodenominado gran consejero de su pontificado para los nombramientos en Estados Unidos, aunque no oculta la confianza que tiene en algunos prelados. Intuyo que estos no sean de tu preferencia, ni de tus amigos que sostienen tu interpretación de los hechos”.
“Leer la forma en que concluyes tu último mensaje, aparentemente muy espiritual, jugando y dudando sobre la fe” del Papa “me ha parecido ¡realmente demasiado sarcástico y hasta blasfemo! Eso no puede venir del Espíritu de Dios”.
En su segunda carta del 27 de septiembre, Viganò escribió: “¿Cristo se ha hecho invisible a su vicario? Tal vez este está tentado con tratar de actuar como sustituto de nuestro único Maestro y Señor. El Señor está en total control del bote. ¡Que Cristo, la Verdad, sea siempre la verdad en nuestro camino!”.
En su carta de hoy, el Cardenal Ouellet preguntó al exnuncio: “¿Cómo puedes celebrar la Santa Eucaristía y pronunciar su nombre (el del Papa) en el canon de la Misa? ¿Cómo puedes rezar el Santo Rosario, a San Miguel Arcángel y a la Madre de Dios, condenando a quien Ella protege y acompaña todos los días en su pesado y valiente ministerio?”.
Para concluir, el Purpurado señaló que las acusaciones de Viganò constituyen “un montaje político que no tiene un fundamento real para incriminar al Papa, y afirmo que eso hiere profundamente la comunión de la Iglesia”.
Finalmente el Prefecto de la Congregación para los Obispos expresó su deseo de que el Santo Padre “siga con alegría y confianza plena su reforma misionera, confortado por las oraciones del pueblo de Dios y la solidaridad renovada por toda la Iglesia junto a María, Reina del Santo Rosario”.
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