SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 6 de diciembre de 2020

HIDROMIEL, una bebida alcohólica que se rastreo hasta 9 mil años atrás, hoy también se bebe-

 

La prueba escrita más antigua nos llevaría a la India, aproximadamente en el año 1400 a.C., Si vamos más allá, hasta la prehistoria, la primera prueba arqueológica de presencia de hidromiel en un recipiente nos llevaría a la China del año 7000 a.C., estos son los restos químicos de una bebida fermentada más antiguos del mundo.

 





El hidromiel es por definición una bebida fermentada que contiene miel y agua. A lo largo de la historia han surgido muchas recetas distintas que dieron lugar a distintos estilos de hidromiel: con frutas, con especias, con mayor o menor contenido alcohólico, seca, dulce, semiseco, mezclado con vino... Ha pasado tanto tiempo con nosotros que cada época y cada cultura le ha dado su toque distintivo.

De hecho es una de las bebidas más antiguas de la humanidad (probablemente la más antigua) y aunque actualmente evoca principalmente imágenes de vikingos o de castillos medievales, está bien documentado su uso en tiempos de la antigua Roma e incluso anteriores. De hecho Aristóteles (s. IV a.C) lo menciona en sus Metereológicos y los poemas mitológicos griegos (s. VIII a.C.) cuentan que en la Edad de Oro de la Grecia Clásica esta era la bebida preferida: probablemente el Néctar y la Ambrosía que consumían los dioses del Olimpo fuesen hidromiel.



Esto nos lleva a preguntarnos ¿cómo se fabricaba el hidromiel antiguamente?

Si estás leyendo esto probablemente ya seas lo bastante fanático de los fermentados como para saber que la cerveza se produce a partir de grano fermentado, o que el vino se consigue fermentando el zumo de la uva. El hidromiel se consigue fermentando miel, tras mezclarla en agua para facilitar el proceso. Las tres fermentaciones son muy parecidas a nivel químico y microbiológico y diferentes de las de la sidra (nuestra querida sidra asturiana), y tienen un funcionamiento relativamente sencillo. Las protagonistas de este proceso son las levaduras (una especie de hongo microscópico) que utilizan el azúcar presente en la miel, en el zumo de uva o en el caldo de grano, como materia prima para fabricar alcohol y CO2 (las burbujitas). 



Aunque hoy en día en la fabricación de fermentados se usan cepas (especies) de levaduras especializadas, en la antigüedad ni siquiera sabían de la existencia de estos microbios (hasta el s. XVII no se descubrieron) y no comprendían exactamente mediante qué proceso mágico su miel se convertía en néctar divino. Esto hacía que tuviesen que confiar en las levaduras salvajes presentes en la cáscara del grano o la piel de la uva. Con la miel es más complicado, ya que es un antiséptico natural y por tanto no contiene levaduras salvajes. De ahí que Columella (agrónomo romano del siglo I d.C.) nos recomendase dejar la mezcla de agua y miel al sol durante 40 días. Aunque probablemente él no lo sabía, lo que estaba haciendo era dar tiempo a levaduras salvajes que flotaban en el aire a posarse y "colonizar" el rico mosto de agua y miel. Lo que no sabía es que también daba tiempo a otros microbios a medrar en su hidromiel, lo cual podía hacer que se estropease y adquiriese un sabor avinagrado o fuese incluso peligrosa de consumir.



En cuanto al CO2, es el gas que produce las características burbujas de algunos vinos, la cerveza o nuestra Zángana. Los antiguos no pudieron haberlo disfrutado ya que prácticamente no tenían recipientes herméticos que lo atrapasen. En toneles grandes aún se conservaría el hidromiel con algo de gas, pero que se perdería enseguida al servir un vaso.

El origen del término ''luna de miel''

La miel y por supuesto el hidromiel siempre han tenido fama de ser afrodisíacos y grandes potenciadores de la fertilidad. Tanto es así que una de las teorías del origen del término se remonta a Babilonia, hace unos 4000 años. Por aquel entonces era típico entre los recién casados pasar 28 días (el calendario babilonio tenía meses lunares) bebiendo hidromiel para potenciar su fertilidad y engendrar pronto un hijo. Seguro que si nueves meses después nacía un niño los orgullosos padres felicitaban al fabricante del hidromiel.

En la antigua Roma era habitual beber hidromiel fabricado a partir de agua, miel y zumo de uva, dando lugar a un hidromiel de alta graduación y muy aromático al que el mismísimo Julio César era muy aficionado. De esta época procede una de las primeras recetas documentadas de hidromiel:

"Coge agua de lluvia almacenada durante varios años y mezcla un sextario de este agua con una libra romana de miel. Para una hidromiel más débil mezcla un sextario de agua con nueve onzas de miel. La mezcla es expuesta al sol durante 40 días y después guardad en una estantería cerca del fuego. Si no tienes agua de lluvia hierve agua de manantial"

De esta receta obtendríamos una hidromiel de alta graduación, seca y sin gas... Algunas veces. Es probable que este método de fabricación tuviese una alta tasa de fracaso, pero eso lo explicaremos pronto en otro artículo sobre cómo hacer tu propia hidromiel casera.

Aunque a muchos les cueste creerlo, el aguamiel era una bebida más común entre monjes y nobles que entre fieros guerreros. Y no sólo los vikingos la bebían

No podían faltar, vikingos y celtas siempre se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de hidromiel. Y es que fueron estos uno de los pueblos más aficionado a esta bebida. Como muchos otros, le otorgaban la categoría de divina. De hecho, se decía que la capacidad de Odín para los versos y las canciones le venía por el consumo de hidromiel. También aparece en todo tipo de odas y leyendas germánicas y célticas, y en el poema épico inglés Beowulf, en el que los guerreros daneses se pasan el día bebiendo hidromiel en el gran salón esperando a que Grendel aparezca. Sin embargo, nuestro objetivo escribiendo este artículo era demostrar que no sólo los vikingos han bebido hidromiel en la historia. De hecho por su alto coste y prestigio, es mucho más probable que incluso en épocas remotas fuese una bebida reservada a las clases altas o a las festividades más especiales.

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