La ayuda al prójimo es una tarea de todos los días.
Hay que tener presente que lo único necesario es la voluntad de tenderle una
mano a quien lo necesite.
No existe
un manual para este tipo de ayudas, es cuestión de sentimiento y consciencia,
por tanto sólo debes atreverte y darte la oportunidad de
sentirte útil para la gente que necesita más que tú. Siempre debemos ponernos
en el lugar del otro como método para motivarnos a ayudar.
Recuerda que no solamente
son tangibles, o económicas: existen formas de ayudar con mucho más valor aún,
como son los consejos y el apoyo que se le de a alguien en circunstancias
difíciles.
Cuando
ayudas a alguien tienes que hacerlo realmente de corazón; nunca actúes para que
te vean o para querer "ganarte el cielo". Cuando tiendes una mano
debes estar convencido de que el reconocimiento debe ser interno, y tu recompensa es la satisfacción de haber hecho el
bien sin esperar nada a cambio.
No siempre
tienes que irte lejos de tu lugar de residencia para ayudar a alguien; día a día vemos
seres humanos necesitados de un consejo, de un plato de comida, de una medicina
o, simplemente, de alguien que se siente a escucharlo.
La mejor manera de
ayudar es buscando tú las personas que crees que necesitan de tu apoyo, además
de encontrar el momento. A veces ni hace falta buscarlas, sino simplemente
basta con caminar por la calle.
También
puedes unirte a otro grupo de personas o fundaciones que se dedican a colaborar
con la comunidad de las más diversas maneras. Si es difícil para ti hacerlo
solo, entonces busca centros de ayuda y aporta tu granito de arena.
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