SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 25 de junio de 2014

¡CONTRA la TORTURA! Lo que la justicia española no ha sido capaz de hacer, lo ha tenido que hacer la jueza argentina María Servini de Cubría.


26 de Junio, DIA INTERNACIONAL en APOYO a las VICTIMAS de la TORTURA en el MUNDO.

Un poco de historia: La tortura ha existido desde la antigüedad, debemos pensar que si ha llegado hasta aquí, es que se transmitieron los genes de los truculentos torturadores de otrora, a quienes las practican hoy con la liviandad impune de hace milenios.


Pero fue la furia Papal de Inocencio VII quien produjo las más deshumanizadas técnicas. Después de la Inquisición Española, las peores torturas ocurrieron en Alemania, Francia, Italia y Suiza. Estos crímenes fueron perpetrados por inquisidores católicos y protestantes por igual. Después que el Rey Jaime VI llegara al trono en Escocia, ese país comenzó a utilizar brutales métodos de tortura también.
 
La tortura no fue menos extrema y común en Inglaterra, Irlanda y Escandinavia. Durante los Juicios de Salem en América, la tortura también fue utilizada, pero era extremadamente suave comprado a los métodos usados en Europa.
Un EJEMPLO de TORTURA e IMPUNIDAD actual: La que se conoce entre las víctimas de la dictadura franquista como Querella Argentina, fue presentada el 14 de abril de 2010, centrada fundamentalmente en el caso de Darío Rivas, un nonagenario que reside en Argentina desde los años treinta del pasado siglo, cuyo padre fue ilegalmente detenido, asesinado y hecho desaparecer por un grupo de falangistas.

Desde el momento en que la justicia argentina acepto el casó, el Gobierno español comenzó a dificultar la evolución de la investigación. Primero el entonces fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido; después el actual Gobierno que bloqueó hace unas semanas unas vídeoconferencias que se iban a tener lugar en la embajada argentina en Madrid, con las que la jueza quería tomar declaración a algunas de las víctimas.


En estos casi tres años y medio se han ido sumando a la querella diferentes colectivos y víctimas, que tratan de obtener la verdad, la justicia y a la reparación a la que tiene derecho y que sistemáticamente les ha negado el Estado español. Uno de los principales pilares sobre los que se consolidó lo que para algunos es una transición ejemplar fue la impunidad. La falta de responsabilidades penales para las violaciones de derechos humanos de la dictadura se ha convertido con el paso de los años en una cultura política, un hábito para una élite que ha conocido y disfrutado de la posibilidad de cometer terribles delitos y no tener por qué responder con ellos.


La dura represión que permitió al dictador Francisco Franco morir en la cama abarca innumerables delitos. Desde las más de 113.000 desapariciones forzadas, pasando por el robo de bebés a las familias republicanas, la negación de derechos a las mujeres, la persecución de homosexuales, los miles de presos y presas por razones políticas, los niños y niñas que contrajeron la poliomielitis por ser hijos de la “antiespaña” y no poder acceder a las vacunas o los miles de presos políticos que trabajaron como esclavos para enriquecer en sus orígenes a algunas de las constructoras más importantes que hoy cotizan en el IBEX 35.


Todas aquellas inmensas e incontables violaciones de derechos humanos quedaron supuestamente saldadas en la transición. Con la colaboración de la izquierda parlamentaria que aceptó la amnistía y el secuestro del debate sobre el modelo de Estado, la dictadura franquista quedó convertida en el crimen perfecto. El Estado comenzó a fabricar ignorancia, secuestrando de los centros de enseñanza el conocimiento de ese pasado y numerosos franquistas han podido morir en estos años enterrados como progenitores de la democracia.


Argentina es quizás el país que más ha avanzado en la persecución de las violaciones de derechos humanos de una dictadura. Tras la detención y el encarcelamiento de numerosos perpetradores ahora inician incluso la investigación judicial de la trama económica, algo que si ocurriera en España pondría patas arriba buena parte de su estructura económica. De los cuatro torturadores cuyos crímenes considera perseguibles la justicia argentina viven tres. Alguno de ellos, José Antonio González Pacheco alias Billy el niño, ha sido condecorado tras la muerte del dictador e incluso podría decirse que han disfrutado de cierto amparo en ámbitos políticos o económicos que tienen mucho que agradecer a la dictadura. Las imagenes demuestran que la tortura en el mundo solo cambio para ser mas tecnológica, siniestra e impune.

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