SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



sábado, 18 de julio de 2015

Los seres humanos estamos hechos de la misma sustancia de los sueños, si lo soñamos lo podemos hacer realidad. Un claro ejemplo es la Iglesia de San Jorge en Etiopia.


“Lalibela prometió a San Jorge construir la mas bella iglesia que jamás se hubiese visto sobre la faz de la tierra”

Iglesia de Lalibela dedicada a San Jorge, resumen histórico: Las misteriosas iglesias subterráneas, unos monumentos monolíticos extraídos de la piedra en Lalibela, han sido utilizadas ininterrumpidamente por los sacerdotes ortodoxos desde los siglos XII y XIII, cuando esta lejana ciudad de montaña era todavía la capital de la importante dinastía Zagwe. 

El propósito de cada iglesia ha eludido la labor de los historiadores modernos: cada edificio es único en su tamaño, forma y ejecución, están esculpidos con precisión sobre la piedra (algunos dicen que por miles de trabajadores) y algunos de ellos fastuosamente decorados.
Cuenta la leyenda que por lo menos una de las iglesias fue construida por ángeles en un solo día; otra leyenda cuenta que las iglesias nacieron de un sueño del rey Zagwe.

Las once iglesias fueron excavadas bajo la superficie de la tierra, llegando en algunos casos a alcanzar los 10 metros de altura. Están rodeadas por patios y zanjas que las conectan entre sí, constituyendo un entresijo de túneles y pasadizos entre un edificio y el próximo. Las iglesias son tesoros en Etiopía como las grandes pirámides lo son en Egipto. La ciudad de Lalibela, emplazada entre escarpados barrancos de más de 2.500 metros, es una verdadera delicia.


Pero ¿quién fue el artífice de esta maravilla de la humanidad? Como explica Juan González Núñez en su interesante libro Etiopía, hombres, lugares y mitos, las iglesias fueron mandadas construir por el monarca de Lalibela, quien reinó entre los siglos XII y XIII. Así lo atestiguan las Actas de Lalibela, obra publicada en el siglo XV y que cuenta como el santo rey fue arrebatado al cielo, donde pudo contemplar construcciones maravillosas, y que Dios le ordenó hacer algo parecido en el lugar que él le indicaría una vez vuelto a la tierra.

Las mismas Actas afirman que, en los años que duró la construcción, los ángeles se unían a los trabajadores durante el día, mientras por la noche, cuando los hombres dormían, ellos solos hacían el doble de trabajo de una jornada.

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