Tras
“enfatizar y reiterar mi solidaridad con todas las víctimas del inhumano
conflicto en Siria”, lanzó, “con sentido de urgencia”, un “llamado implorando
con todas mis fuerzas, a los responsables, para que tomen medidas para un alto
el fuego inmediato. Que se imponga y respete al menos durante el tiempo
necesario para evacuar a los civiles, especialmente a los niños que todavía
siguen atrapados bajo los crueles bombardeos”.
La
última tregua pactada por Rusia y Estados Unidos e impuesta a los bandos
enfrentados en Siria, se produjo entre el 12 y el 19 de septiembre. El alto el
fuego alivió de manera especial a la población de la ciudad de Alepo, la ciudad
más importante del país, donde se están produciendo los combates más
encarnizados entre el ejército sirio leal al presidente Bashar al-Asad, y el
conglomerado de fuerzas rebeldes.
Tras el fin del cese
temporal de hostilidades, más de 500 civiles han muerto y 1.200 han resultado
heridos en los combates y bombardeos en Alepo, así como en los barrios y
localidades de su extrarradio.
Antes del conflicto, Alepo
era una pujante ciudad de más de 2 millones de habitantes. En la actualidad, y
tras más de cinco años de guerra, es una ciudad completamente destruida
–incluida su ciudad vieja de alto valor patrimonial en la que sobreviven
300.000 civiles que deambulan entre los escombros.
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