Las molestias, alteraciones y perjuicios para la salud que ha originado
el uso del aire acondicionado son múltiples y variadas. Se pueden
producir desde síntomas de tipo leve leve hasta enfermedades
potencialmente graves. La calidad de las instalaciones (individuales o
centralizadas), las revisiones periódicas y su mantenimiento, así como
su uso razonable y las temperaturas de funcionamiento, son factores de
gran importancia para evitar estos problemas.
- Los cambios bruscos de temperatura y de humedad pueden provocar alteraciones a nivel de las mucosas respiratorias.
- La resequedad de piel y mucosas.
- El ruido que algunos de estos aparatos emiten.
- Las alergias de las vías respiratorias a polvo y hongos.
- Problemas de rinitis crónica y faringitis.
- Problemas de irritación faringea, resequedad de garganta.
- Afonía.
- Problemas de conjuntivitis, irritación en los ojos.
- Mala tolerancia a las lentillas.
- Transmisión por la vía aérea de enfermedades infecciosas del aparato respiratorio.
- Tos, nauseas.
- Puede causar efectos secundarios en personas asmáticas, como sequedad de las mucosas, o resfriados en fumadores.
- Fatiga mental, somnolencia, apatía o estrés, que suelen darse entre personas que trabajan durante un tiempo prolongado en oficinas con una mala ventilación y un inadecuado funcionamiento de las instalaciones del aire acondicionado.
- Los cambios demasiado bruscos de temperatura pueden causar dolores articulares en cualquier parte del cuerpo.
- En sí el aire acondicionado por él mismo no está demostrado que pueda causar enfermedades de tipo reumático pero puede agudizar patologías del aparato locomotor (dolores articulares y musculares, contracturas,...).
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