Ni color de piel, ni religión, ni política ni equipo de fútbol. Los humanos no somos tan distintos como nos empeñamos en querer demostrar. Tan es así que incluso compartimos siete reglas moralesbásicas, siete formas de afrontar los mismos problemas que nos encontramos todos a lo largo de su vida, según destaca una investigación de la Universidad de Oxford.
Estas siete reglas morales parecen ser universales en todas las culturas:
El mutualismo explica por qué formamos grupos y coaliciones (que aportan fuerza y seguridad) y, por lo tanto, por qué valoramos la unidad, la solidaridad y la lealtad. El intercambio social explica por qué confiamos en los demás, correspondemos favores, sentimos culpa y gratitud, reparamos relaciones y perdonamos.
Por último, la capacidad de resolución de conflictos explica por qué nos involucramos en demostraciones costosas de destreza (como la valentía y la generosidad), por qué disentimos de nuestros superiores, por qué dividimos los recursos en disputa de manera justa y por qué reconocemos la posesión previa.
Todos están de acuerdo en que cooperar, promover el bien común, es lo correcto:
El estudio encontró que estos siete comportamientos cooperativos siempre se consideraban moralmente buenos. La mayoría de sociedades, además, presentan ejemplos de estas moralejas y, lo que es más relevante, no aparecen fábulas o cuentos que defiendan lo contrario. “Ne hemos encontrado ninguna sociedad en la que estos comportamientos se considerara moralmente malos”, apuntan.
Estas moralejas se han observado con igual frecuencia en todos los continentes. Entre los Amhara de Etiopía, “burlarse de la obligación de parentesco se considera una desviación vergonzosa, que indica un carácter malvado”. En Corea, existe una “ética comunitaria igualitaria [de] asistencia mutua y cooperación entre vecinos [y] una fuerte solidaridad dentro del grupo”.
La mayoría de sociedades, además, presentan ejemplos de estas moralejas:
“La reciprocidad se observa en cada etapa de la vida de los Garo (de la India) [y] tiene un lugar muy alto en la estructura social de sus valores”, continúan los investigadores. Entre los Masái, “los que se aferran a las virtudes de los guerreros siguen siendo muy respetados”, y “el ideal inflexible del guerrero supremo [implica] el compromiso con el autosacrificio en el fragor de la batalla, como muestra suprema de lealtad valerosa”.
Los Bemba (Zambia), por su parte, exhiben “un profundo sentido de respeto por la autoridad de los ancianos”. La “idea de justicia” de Kapauku (Indonesia) se llama uta-uta (media mitad) y se “acerca mucho a lo que llamamos equidad”. Y entre los Tarahumaras (México), “el respeto por la propiedad de otros es la clave de todas las relaciones interpersonales”, añaden.
Estas moralejas se han observado con igual frecuencia en todos los continentes:
El estudio de la Universidad de Oxford también detectó que, aunque todas las sociedades parecían estar de acuerdo con las siete reglas morales básicas, variaba la forma en cómo las priorizaban o clasificaban. Por eso los investigadores ya han desarrollado un nuevo cuestionario para saber si esta variación intercultural refleja la modificación del valor de la cooperación en diferentes condiciones sociales.
“Esperamos que esta investigación ayude a promover el entendimiento mutuo entre personas de diferentes culturas. Apreciamos lo que tenemos en común, y cómo y por qué somos diferentes”, concluye Curry.
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