La pérdida de la memoria suele asociarse a la edad,
aunque hay personas que conservan esta y otras capacidades mentales de por
vida. Se puede dar como consecuencia de los cambios físicos, psicológicos y
sociales que se producen a medida que nos vamos haciendo mayores.
Sobre algunos de estos cambios no es posible
incidir, pero sobre otros sí, y es importante hacer lo que se pueda para evitar
la evolución de la pérdida de memoria y el declive de otras funciones
cognitivas.
Establecer la diferencia entre la pérdida de memoria
propia de la edad y lo que se denomina deterioro cognitivo leve no
es fácil. En el primer caso, podríamos decir que el signo más evidente podría
ser la pérdida de memoria, mientras que en el caso del deterioro cognitivo
leve, la pérdida de memoria sería más significativa e iría acompañada de una
disminución sostenida de algunas funciones cognitivas. Podríamos decir que el
deterioro cognitivo leve (DCL) se encontraría en un estadio intermedio entre la
pérdida de memoria «normal» y las demencias.
La diferencia entre el
deterioro cognitivo leve y las demencias, como el alzhéimer, se encuentra en que
una persona con DCL puede seguir haciendo sus actividades y rutinas cotidianas
mientras que una persona con demencia depende de las otras en su día a día. En
el caso de las demencias, además de la falta de memoria, se produce una pérdida importante de
otras funciones cognitivas como el lenguaje,
el control
emocional, la orientación, etc.
Síntomas de pérdida de memoria
Algunos síntomas de pérdida de memoria habituales
en las personas mayores son:
·
Olvidar el nombre de personas que han conocido hace poco.
·
No recordar algo que acaban de hacer (por ejemplo: si han cerrado la
puerta de casa con llave, si han dejado una luz encendida…).
·
Olvidar donde se han dejado algunos objetos.
·
No recordar cuando ha pasado algo reciente.
·
Olvidar lo que se acaba de decir.
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