El girasol es un cultivo
anual de crecimiento primavero-estival que pertenece
a la familia de las compuestas (Asteraseae).
Es una especie de crecimiento determinado que remata en un receptáculo o
inflorescencia denominada capitulo en las cuales se producen dos tipos de
flores, unas liguladas comúnmente llamados pétalos y otras tubulosas (hermafroditas y fértiles) que dan origen a los frutos (aqueños) conocidos popularmente como pepas.
En líneas generales
podemos encontrar en el mercado tres grupos de
híbridos de acuerdo al largo del ciclo: cortos, intermedios y largos. Para la región del NEA
argentino, los híbridos cortos tienen una duración de aproximadamente 115 días desde la siembra a madurez fisiológica; los
híbridos intermedios, una duración de 130 días; y
los híbridos largos, más de 140 días para
la etapa descrita. Claramente, la duración en días cambia según las temperaturas y el fotoperiodo en los genotipos
sensibles.
En esta región, la fecha de siembra está
comprendida entre los meses de agosto y
septiembre, en algunos casos adelantándose a julio, y la cosecha corresponde a los meses de diciembre y enero, con el objetivo de evitar heladas tardías después del periodo de V6 del cultivo y que el crecimiento y el llenado de granos se desarrolle
con temperaturas óptimas, evitando
las altas temperaturas de diciembre/enero que acortarían la duración en mayor
proporción que el aumento en la tasa que estas provocarían.
Las precipitaciones en
este periodo varían año a año; sin embargo, por lo general son escasas durante el periodo de implantación del
cultivo y abundantes hacia floración y madurez.
En líneas generales, se puede decir que el girasol se desarrolla correctamente y sin limitantes con 420-470 mm de agua disponible
durante todo el ciclo, pero en años secos se
obtienen rendimientos aceptables con 350- 350mm.
En este sentido, el girasol es un
cultivo que suele tolerar
bastante bien los bajos niveles de agua. Por el contrario,
es muy sensible
a los excesos hídricos, debido a la baja disponibilidad de oxígeno en el suelo.
Pero si queremos obtener los mejores rendimientos que el ambiente nos ofrece es fundamental elegir el mejor lote donde el cultivo se desarrollará. Es fundamental además lograr una buena nutrición del cultivo para que todos componentes del rendimiento puedan desarrollarse correctamente. En este sentido, la fertilización cobra especial importancia en las zonas donde las deficiencias minerales del suelo son evidentes.
Pero si queremos obtener los mejores rendimientos que el ambiente nos ofrece es fundamental elegir el mejor lote donde el cultivo se desarrollará. Es fundamental además lograr una buena nutrición del cultivo para que todos componentes del rendimiento puedan desarrollarse correctamente. En este sentido, la fertilización cobra especial importancia en las zonas donde las deficiencias minerales del suelo son evidentes.
El rendimiento de
girasol es en función del número de capítulos por
unidad de superficie, número de frutos llenos por capitulo y peso de los frutos, por lo que es importante que
todos estos componentes se desarrollen adecuadamente. El número de capítulos por
unidad de superficie depende de la densidad del
cultivo (plantas por ha),;el número de frutos llenos por
capitulo depende del número de flores producidas
y del porcentaje de ellas que son fecundadas y cuajadas por
capítulo1; el peso individual de los frutos es el resultado de la duración y de la tasa de llenado de granos. Por
último, el porcentaje de aceite de
los frutos es fundamental ya que la rentabilidad del
cultivo está en relación a su contenido porcentual (bonificación
por encima del 42 %).
Atendiendo a esto, el primer factor a tener en
cuenta para obtener buenos rendimientos corresponde a lograr un buen stand de plantas en número y uniformidad.
Si bien existe un amplio rango de densidad de plantas dentro de los cuales los
rendimientos no varían considerablemente (entre 30.000 y 80.000 pts/ha
aproximadamente) existe un óptimo para cada
ambiente que permitirá reducir el vuelco y
aumentar la competencia del cultivo con malezas, entre otros factores.
Una vez logrado el stand de plantas deseado, es
necesario que se mantenga en el tiempo con el objetivo de que cada planta
lograda se transforme en un capítulo cosechable. Para
ello, el control de insectos cortadores o enfermedades que
puedan disminuirlo es crítico. Luego, para que estas plantas desarrollen su
máximo potencial existen una serie de factores a tener en cuenta.
El agua es
un elemento que no podemos manejar una vez implantado el cultivo, a no ser que
contemos con riego. Por lo tanto, la fertilización es
el siguiente componente a tener en cuenta. El fósforo y el
nitrógeno son los elementos fundamentales y su absorción (alrededor del 75 % del N y el 60 %
del fósforo) se concentra entre los 30 – 35 días que
preceden a la floración, que corresponden a la etapa gran
crecimiento del cultivo1. Es por esto que suele recomendarse una fertilización nitrogenada en esta etapa
(aproximadamente en V6). Como el fósforo es un elemento de baja movilidad en el
suelo, la disponibilidad en el suelo y la fertilización base pueden suplir
estas necesidades.
Lograr un área foliar óptima y
mantenerlo es fundamental y es función directa de la disponibilidad hídrica y nutricional del cultivo.
En este sentido, un déficit hídrico o
nutricional en la etapa vegetativa puede
disminuir el área foliar a floración a través de la reducción en la tasa de
expansión foliar y en menor medida de la tasa de aparición de hojas. Por el
contrario, un estrés en post floración puede
acelerar la senescencia de las hojas con la consiguiente pérdida de fuente
disponible para el llenado de los granos.
Durante la etapa que va desde V6 (diferenciación del ápice) a R1 se
determina el número potencial de flores que se producirán, mientras que desde R1 a R5 se determina el número final de
flores que se generarán por capitulo; por lo tanto, es necesario en esta etapa
lograr una buena nutrición mineral, disponibilidad hídrica
y radiación solar para lograr altos rendimientos. Una vez
obtenido un alto porcentaje de flores es necesario que se polinicen y cuajen. La temperatura, la radiación, la
disponibilidad de agua y boro en el suelo son particularmente esenciales en
esta etapa. Por otro lado, la presencia de polinizadores juega
un rol importante.
Luego de la floración y cuaje de los frutos, éstos
empiezan a aumentar de tamaño y a acumular materia seca.
En esta etapa de llenado de frutos, la radiación y la
temperatura son fundamentales para lograr altos
rendimientos, es por eso que mantener un elevado IAF es
importante para lograr captar la mayor radiación durante el mayor tiempo
posible. En esta etapa, la mayoría de los nutrientes
minerales ya fueron capturados y la planta empieza a
relocalizar los asimilados hacia los órganos
cosechables. Alcanzada la madurez fisiológica, los
granos no acumulan más materia seca y de aquí hasta la cosecha solo hay pérdida de agua. Algunos estudios muestran
que la humedad a madurez fisiológica de los distintos materiales puede estar
comprendida entre un 15 y un 50%, por
lo que las prácticas de secado dependen ser analizadas en particular.
Por último, cabe aclarar que los componentes del
rendimiento son, dentro de ciertos parámetros, indirectamente proporcionales.
Es decir que un mayor número de capítulos por ha,
evidentemente, reducirá el número de flores por capitulo, con
la consiguiente disminución del número de frutos
disponibles. El peso de los granos, por otro lado, parece estar
más relacionado a la tasa de crecimiento del cultivo durante este periodo.
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