La
batalla para detener la pandemia de coronavirus, librada con distanciamiento
social y aislamiento forzado, está cobrando un
precio psicológico que algunos especialistas advierten que podría provocar otra
crisis, una de salud mental.
La pandemia de coronavirus no solo ha amenazado la
salud física de millones, sino que también ha causado estragos en el bienestar
emocional y mental de las personas en todo el mundo. Los sentimientos de ansiedad, impotencia y dolor están
aumentando a medida que las personas se enfrentan a un futuro cada vez más
incierto, y casi todos han sido afectados por la pérdida.
El coronavirus ha sumido al mundo en la incertidumbre y las constantes
noticias sobre la pandemia pueden parecer implacables. Todo esto está afectando
la salud mental de las personas, independientemente
de si tienen una enfermedad mental diagnosticada.
“En la práctica se observa que a
aquellas personas que padecían determinados cuadros ansiosos sociales antes del
brote, a las que lo que les producía un mayor componente de estrés era salir al
exterior cotidiano (a su trabajo por ejemplo) y que lo hacían a expensas de
mucho malestar, esta situación que teóricamente tendría que afectarlos mucho
más, por lo contrario, los relaja”, explicó en diálogo con este medio la
doctora Liliana V. Moneta, psiquiatra y psicoanalista infanto-juvenil, presidente
honoraria del Capítulo de Psiquiatría Infanto Juvenil de la Asociación de
Psiquiatras Argentinos.
Sin
embargo, una revisión reciente de
la revista médica de estudios The Lancet sobre el impacto psicológico
durante los brotes de SARS y Ébola mostró que la
cuarentena puede desencadenar problemas como trastornos emocionales, depresión,
irritabilidad, insomnio, síntomas de estrés postraumático, confusión y
enojo. Algunos de los estudios sugirieron efectos duraderos.
Una encuesta de 52,730 personas de
China, Hong Kong, Macao y Taiwán, realizada por psiquiatras del Centro de Salud
Mental de Shanghai entre el 31 de enero y el 10 de febrero, sobre cómo la
población se enfrentó durante el brote de COVID-19 encontró que casi el 35% de los encuestados
experimentaron angustia psicológica.
“A veces la
analogía se hace con la guerra. La diferencia con el tiempo de guerra
es que las personas aún pueden reunirse como comunidades y establecer
vínculos", dijo Dougal
Sutherland, psicólogo clínico de la Universidad Victoria de
Wellington, Nueva Zelanda, que el 25 de marzo comenzó cuatro semanas de
autoaislamiento nacional.
La
propagación del virus no puede mitigarse por ahora, pero el temor anticipado que provoca puede atenuarse
mediante un mayor contacto con los terapeutas y las personas. Según
pudo explicar Wolfberg, la
ansiedad es una sensación subjetiva de temor a una amenaza y una de las
principales causas de la ansiedad es la amenaza de separación de seres queridos
y la soledad. “La incertidumbre en cuanto a la falta de protección y de control se puede atenuar reforzando los lazos cercanos
con personas con las que se cuenta como una base segura donde hacer pie. También
controlando las medidas de cuidado que proveen de la seguridad de controlar lo
controlable y estar inserto en la gigantesca red de personas que hacen otro
tanto”, concluyó la experta.
Las autoridades siguen diciendo que el coronavirus
se transmitirá como la gripe para la mayoría de las personas que lo contraen,
pero que es más probable que sea fatal para las personas mayores y las personas
con condiciones físicas precarias. Sin embargo, la
lista de condiciones debe incluir la
depresión generada por el miedo, la soledad o el dolor. Debemos
reconocer que para una gran proporción
de personas, la medicación no es una indulgencia y el tacto no es un
lujo. Y eso para muchos de
nosotros, el protocolo de toallitas de cloro y máscaras faciales no es nada
comparado con la tarea diaria de desinfectar la propia mente.
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