“Defenderemos la salud del ser humano en todos los
ciclos de su existencia, con suficiente y sana alimentación, erradicando
endemias y previniendo epidemias, aplicando científica y moderna medicina
social, sanitaria y asistencial”. Así se expresaba Arturo Umberto Illia en su
mensaje de asunción presidencial. Era el 12 de octubre de 1963.
La salud fue
sin dudas una de sus grandes preocupaciones. Durante más de 30 años había
ejercido la medicina en Cruz del Eje, en Córdoba. Muchos lo llamaban el “apóstol de
los pobres” por su
dedicación a los enfermos con menos recursos. Podía a viajar a caballo varios
kilómetros para llevar medicamentos a quienes no podían adquirirlos.
Illia nació en la tarde del 4 de agosto de 1900 en Pergamino,
provincia de Buenos Aires, donde cursó sus estudios primarios. Su niñez
transitó entre su vida escolar y la apacible vida de campo. Sus estudios
secundarios los realizó en el colegio Pío IX, de la orden de los salesianos, en
Buenos Aires, aunque debió interrumpirlos y terminó rindiendo como alumno libre
en el Colegio Nacional Buenos Aires, donde obtuvo su título de Bachiller.
A los 18 años comenzó su carrera de Medicina en la
Universidad de Buenos Aires. Corría el año 1918, un año trascendental para la
historia de la formación Universitaria Argentina, que cimentaría las bases de
la educación superior en toda América Latina. Hipólito Yrigoyen era entonces
presidente. Aquel fervor reformista impulsó al joven Illia a afiliarse al
Partido Radical, atraído por la historia de lucha, reivindicaciones y valores
populares.
En 15 de febrero de 1939 se casó con Silvia Martorell, con
quien tuvo a sus hijos Emma Silvia, Martín Arturo y Leandro Hipólito. En
1963 el doctor Illia resultó electo presidente en sufragios controlados por las
fuerzas militares. Illia solo obtendría el 21 % del electorado, logrando el
segundo lugar por cantidad de escaños el voto en blanco con un 19 % (estos
votos eran expresión del peronismo proscripto). Solo permaneció 2 años y 11
meses; un nuevo, incoherente, y fatídico golpe de Estado lo derrocó el 28 de
junio de 1966.
Illia es considerado un político honesto y coherente. Despojado de bienes materiales, se retiró de la presidencia de la Nación con menos capital del que contaba al asumir el cargo. Nunca aceptó cobrar una jubilación de privilegio. Falleció en su tierra adoptiva, Córdoba, el 18 de enero de 1983, aquel lugar que lo vio luchar por sus dos pasiones, la medicina y la política; sosteniendo la coherencia de sus objetivos e ideales cívicos toda su vida. Sus restos fueron trasladados y sepultados en el Cementerio de la Recoleta junto a dirigentes radicales y militantes caídos en la Revolución de 1890. Allí se encuentran los restos de Elpidio González, Hipólito Yrigoyen y Leandro N. Alem.
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