El amor
romántico no lo inventó Hollywood, ni tan siquiera el mismísimo Shakespeare.
A diferencia de lo que cierta posmodernidad extraviada pretende, estaríamos
ante un rasgo común a todas las culturas y épocas, que abarca desde los
indígenas americanos a los aborígenes australianos, y nos incluye a todos los
que quedamos en medio.
Parece
mucho más plausible que los seres humanos son, por naturaleza, el tipo de
animales que se enamoran. Muy bien, es un padecimiento universal, pero ¿qué más
sabemos de él? ¿Es cierto eso que dicen de que gracias a él un cielo en un
infierno cabe? ¿Tiene cura? ¿Queremos siquiera curarnos?
La
imagen que les muero se titula, “Rapto de Psique por amor” 1895,
por William-Adolphe Bouguereau, Óleo sobre lienzo, 209 x
Eros y Psique protagonizan una de
las más bellas y tiernas historias de amor de la mitología griega. La
maravillosa historia, —"narrada por una anciana con la intención de mitigar
los temores de una jovencita a quien el destino había preparado funestos
sucesos"—, quedó inmortalizada en "Las Metamorfosis" de
Apuleyo, o también conocida como el "Asno de Oro" de Apuleyo, única
novela latina completa que se conserva, que fue creada por el escritor romano
más importante del siglo II a. C. Lucio Apuleyo (125 d. C.-180 d. C) como una
adaptación de un original griego.
La preciosa historia cuenta que
Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas hijas de los Reyes de
Anatolia (Turquía). A pesar de que sus dos hermanas mayores poseían gran
atractivo y estaban bien proporcionadas, su belleza no podía compararse ni de
lejos con la de Psique. La muchacha era tan bella, que provocó los celos de la
mismísima Afrodita (Venus), la Diosa de la belleza. Para vengarse de su
competidora, Venus ordenó a su hijo alado Eros (Cupido), que visitara a la
joven y le clavase una flecha maligna que la hiciese enamorarse del hombre más
feo, cruel y detestable del inframundo. Para cupido (el dios del amor), un
trabajo de este tipo era coser y cantar.
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