Seguidores de la secta religiosa de
origen norteamericano, la Iglesia del Templo del Pueblo, fundada por el
reverendo Jim Jones asesinan al congresista estadounidense Leo Ryan y a su
comitiva. Horas después, en el poblado comunal de Jonestown se suicidan más de
900 miembros de la misma -entre ellos, 200 niños-
Tachada como la masacre del
siglo, causó gran conmoción. Con el paso del tiempo el suceso
continúa siendo un enigma irresoluto. No debemos
olvidar que se trata probablemente de la primera ocasión en la que los medios
audiovisuales de comunicación desempeñaban un papel
determinante en un suceso de estas características.
Tras los acontecimientos del día 18 y
el primer recuento de víctimas, el 20 de noviembre de 1978 el Departamento de
Estado de EEU confirmaba los hechos y cifraba en 400 el número de muertos.
En San Francisco familiares de los miembros, dominadas
por el pánico asaltaban las comunas de la secta reclamando
información sobre el posible fallecimiento de sus hijos o hermanos.
El 28 de noviembre soldados
norteamericanos enviados a Guyana descubrían nuevos cadáveres y
se notificaba la cifra definitiva de víctimas: 919, entre ellas más de 300 niños.
Jim Jones, líder y creador de El Templo del Pueblo se hallaba entre ellas.
El reverendo Jim Jones era un hombre
delirante, un visionario que se creía mezcla de Cristo y Lenin, el único Dios sobre
la Tierra. La matanza de Guyana fue consecuencia de su locura y su ansia de
poder. Pero…¿se trató de un suicidio colectivo o de una matanza?
El líder del Templo del Pueblo había elegido la
costa noreste de Sudamérica para establecerse con sus seguidores. Decidió dejar
California porque estaba convencido de la inminencia del estallido de una guerra
nuclear. Sólo la remota Guyana saldría indemne de la hecatombe.
Por ello fundó allí Jonestown (Pueblo Jones), una granja de
Sus fieles en Guyana rondaban el
millar. El 70 por ciento eran de raza negra, un 25 por ciento blanca, el resto
pertenecían a diversas etnias. En la comunidad reinaba la armonía racial. Jones
predicaba un credo evangélico Pentecostal, leía a Marx y exhibía la Biblia.
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