La fertilización a la siembra acompañada por el uso de bioestimulantes
permite no solo nutrir mejor a las plantas, sino también fortalecerlas para que
enfrenten situaciones de estrés. La campaña 2022/23 está
dando sus primeros pasos y, como todos los años, los
productores salen a la cancha con el objetivo de ajustar al máximo la
eficiencia en el uso de insumos, pero sin resignar
rendimientos.
Estas
premisas se vuelven más importantes en temporadas como la actual, marcadas por
un fuerte aumento de los insumos, que
obligan a afinar aún más el lápiz a la hora de elaborar las estrategias
agronómicas y definir las aplicaciones de defensivos
agrícolas y de nutrientes.
Según Valentín Bastini, Jefe de Producto de la línea de Nutrición y
Bioestimulación de Cultivos de Rizobacter, una
buena estrategia puede ser apostar a la “nutribioestimulación”.
¿Qué
significa eso? Es la combinación de
fertilizantes que se aplican a la siembra, enriquecidos con bacterias, más el
aporte de bioestimulantes de origen orgánico que pueden
sumarse tanto mediante tratamiento de semilla como en forma foliar.
Una dieta balanceada con la que se pueden ganar
entre 7% y 10% más kilos por hectárea, de acuerdo con los ensayos que ha
realizado Rizobacter.
Venimos hace mucho tiempo trabajando en nutrición química con
fertilizantes a la siembra y hace dos campañas comenzamos a incorporar los
bioestimulantes. Lo que se logra es, por un lado, incorporar nutrientes clave como nitrógeno, azufre, fósforo y zinc y,
por el otro, activar el metabolismo
integral del cultivo y aportarle micronutrientes complementarios que
le otorga mejores condiciones de desarrollo ante situaciones de estrés, como
inclemencias climáticas o ataques de patógenos”, señala Bastini.
Y agrega: “En
etapas iniciales, lo que se logra es un mayor desarrollo de
la raíz, lo que implica una mejor captación del agua y de los nutrientes que
están en el suelo. Esto ayuda a una mayor velocidad de
emergencia, que permite acelerar la cobertura de suelo por área foliar al
tiempo que le quita espacio rápidamente a las malezas”.
Técnicamente,
el efecto de las bacterias del género Bacillus aportadas con Microstar BIO potencia la flora y la fauna alrededor de la raíz y,
además, estos microorganismos son
“biosolubilizadores” de nutrientes poco móviles, como fósforo
y zinc.
Por eso, cada unidad de nutriente aplicado rinde más que con una fuente
convencional. Y en el caso del zinc, con el plus de que ayuda a
hacer circular el nitrógeno.
“La
clave es que la planta crezca fuerte desde la base, por eso la estrategia de fertilización con zinc debe llevarse a cabo en
las etapas iniciales, a la siembra. Una raíz que desarrolla mayor profundidad
en el suelo capta más agua, algo fundamental en situaciones de
estrés hídrico como las actuales. Los bioestimulantes ayudan a incrementar la
eficiencia en el uso de los nutrientes y de los recursos disponibles para el
cultivo”, completa Bastini.
NUTRIBIOESTIMULACIÓN
En concreto,
la recomendación de Rizobacter es iniciar con la aplicación a la siembra
del fertilizante sólido Microstar PZ BIO: un microgranulado que
combina nutrición química y biológica. Aporta macro y micronutrientes
esenciales como nitrógeno, fósforo, azufre y zinc, junto con el agregado de cuatro bacterias del género Bacillus, que
multiplican el desarrollo de microorganismos beneficiosos en el suelo.
Se sugiere una dosis de entre 30 y 45 kilos por hectárea, según el nivel de fósforo
que arrojen los análisis de suelo. Debido a que no tiene riesgo
de fitotoxicidad a la dosis recomendada, puede ir junto a la semilla sin
problemas.
Lo
anterior se complementa con la aplicación, junto con los “curasemillas” previo
a la siembra, de Vitagrow TS, el
bioestimulante que también actúa como antiestresante y detoxificante.
Entre otras ventajas, aumenta el número y el volumen de raíces y aporta un
conjunto de macro y micronutrientes complementarios a través del tratamiento de
semilla.
En este caso, se calcula una dosis de los
Por último, Vitagrow Foliar termina de construir el tratamiento
ideal para que el cultivo explore su máximo potencial. Se trata de un bioestimulante de aplicación foliar que contiene 16 macro y
micronutrientes para una nutrición complementaria. Se aplica en
una dosis de
“En
definitiva, aportamos cuatro macronutrientes de
entrada, cuando lo normal es que las fertilizaciones químicas solo aporten dos,
y eso significa una nutrición más balanceada. Por su parte, todo el complejo de bioestimulación permite aprovechar mejor cada unidad
aplicada de nutrientes. Se hace más eficiente el
uso de los fertilizantes y de los recursos como el agua y,
como resultado, se transforma en una mejora también en lo
económico para el productor debido a que aumenta su
rentabilidad por unidad de superficie”, cierra Bastini.
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