SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 17 de mayo de 2024

Verdadero hito de la naturaleza, el BAMBU tarda 7 AÑOS en NACER y luego crece casi 1 METRO por día.

 

El bambú aunque se siembra y requiere los cuidados normales de cualquier semilla, durante 7 años no surge de la tierra. Pareciera que fuera infértil.

Sin embargo, luego de esos 7 años, germina, sale a la luz y no para de crecer, hasta que, en tan solo 6 meses, puede llegar a una altura de 30 metros.




¿Y entonces qué hace durante 7 años?

Pues, aunque no lo veamos, toda la “acción” surge bajo tierra. Durante este tiempo, el bambú crea un complejo y fuerte sistema de raíces, que lo sostendrán firme el resto de su vida.

Además, al contrario de cualquier otro árbol, si lo cortan, puede volver a crecer. Y así como el bambú, los emprendedores debemos iniciar con el pie derecho y aprender 4 valiosas lecciones de esta noble y fuerte planta.



El bambú japonés no es una planta que crece de la noche a la mañana por más abono y riego que se le dé todos los días. Como lo explicamos anteriormente, el bambú demora unos siete años en brotar a la superficie, lo cual podría hacer pensar a un cultivador novato que la semilla es infértil y dejar de preocuparse.

Pero para su sorpresa descubre que tras siete años de riego y abono, cuando ya las esperanzas estaban perdidas, el bambú brota a la superficie hasta alcanzar treinta metros en tan solo dos semanas. No obstante, para que esto suceda, el cultivador debe continuar con el riego y el abono de la planta durante esos siete años. Si deja de hacerlo, la planta muere.



La historia del bambú japonés nos dice que lo mismo sucede con los sueños y las metas: si nos rendimos y dejamos de luchar nuestros sueños mueren y ya no pueden hacerse realidad porque ya no vamos a luchar más para alimentarlos así como hay que regar el bambú para que crezca y no muera.

Si, por ejemplo, sueñas con tener una profesión, la perseverancia en el estudio y la lucha en el trabajo serán el agua y el abono para alimentar ese sueño y hacerlo realidad. Si te das por vencido porque no puedes pagar la carrera o simplemente porque te va mal en una asignatura, estás dejando morir ese sueño y será solo eso: un sueño muerto. Las metas soñadas no se logran en dos días ni en una semana.



Lo que llega como se dice “caído del cielo” es algo que solo dura un corto tiempo.

Se necesita de mucha madurez espiritual para saber hacer uso del sueño cumplido. El bambú crecimiento luego de siete años se asemeja al avance de los sueños una vez cumplidos, por ejemplo cuando logras el negocio de tus sueños y en poco tiempo empiezas a percibir grandes ganancias, o cuando te gradúas en la carrera de tus sueños y en unos dos años
ya tienes un buen puesto en una empresa y estás ganando muy bien. Una vez que tu sueño está realizado ya puedes ir por más y así se te irán compensando todos esos años de trabajo y esfuerzo.

La impaciencia y la falta de constancia son una de las cosas que nos frenan cuando estamos luchando por una meta. Acostumbramos a pensar que si no alcanzamos nuestro objetivo de inmediato, ya todo está perdido y no nos detenemos a pensar en todo el esfuerzo que implica, que quizá no estamos poniendo mucho esfuerzo y queremos conseguir todo fácil y rápidamente y entonces nos frustramos cuando vemos que no es así. Después sucede como la planta de bambú: dejamos de regar y alimentar nuestras metas y las dejamos morir, es decir, abandonamos nuestros sueños y ya no seguimos haciendo nada para cumplirlos.

El proceso de crecimiento del bambú japonés es una clara metáfora del proceso del alcance de las metas y el cumplimiento de los sueños, y estos dependen de nosotros, de nuestro riego y abono. Si florecen o no, dependerá de nosotros.

 

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