SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 30 de octubre de 2025

Solo fueron humanos comunes en una reunión política de LÍDERES decidiendo la manera más eficaz de DOMINAR a los pueblos, eligiendo la religión.

 


**El saber nos hará libres-

NINGÚN DIOS se HIZO PRESENTE: La política detrás del Concilio de Nicea de 325 se centró en el objetivo del emperador romano Constantino de unificar su imperio mediante la unificación religiosa, ya que el cristianismo estaba dividido por la controversia arriana sobre la divinidad de Jesucristo. Constantino buscó el apoyo de la Iglesia para legitimar su poder y establecer una ortodoxia religiosa que fortaleciera al estado. Este concilio estableció el primer credo oficial de la Iglesia y la relación entre la Iglesia y el Estado. 



Este mayo se conmemoran 1700 años de la celebración del que posiblemente sea el concilio más importante e influyente de la historia cristiana. Durante tres meses, en el año 325 d. C., el emperador Constantino reunió a cientos de obispos de todo el imperio en Nicea, en la costa norte de lo que hoy es Turquía. La declaración de fe resultante —el Credo Niceno—

La tarea del concilio era enorme: establecer la doctrina cristiana correcta, fijar la fecha de la Pascua, definir las jurisdicciones episcopales y elaborar protocolos para abordar los cismas y las disidencias locales. Pero el asunto más urgente que se debatía en el concilio eran las enseñanzas de Arrio, un prominente presbítero de Alejandría que había entrado en conflicto con su obispo, Alejandro de Alejandría.



A pesar de las tergiversaciones comunes, tanto Arrio como Alejandro afirmaron que Jesús era el Hijo de Dios y divino. Ambos coincidieron —siguiendo el inicio del Evangelio de Juan— en que Jesús estuvo presente en la creación del universo. Su discrepancia no radicaba en si Jesús era divino, sino en la naturaleza de esa divinidad y su relación con Dios Padre.

Arrio sostenía que «hubo un tiempo en que [Jesús] no existía», un breve instante primordial en el que el Hijo aún no existía. Esta postura implicaba que Jesús estaba subordinado al Padre, o al menos que la divinidad del Hijo dependía de la del Padre. Alejandro, en cambio, afirmaba que Jesús había coexistido eternamente con Dios Padre y era plenamente igual a él.



Detrás de esta disputa teológica subyacían conceptos filosóficos clave provenientes de pensadores griegos como Platón. Si el Padre y el Hijo estaban demasiado unificados, como argumentaban Alejandro Magno y su sucesor Atanasio, entonces el sufrimiento experimentado por el Hijo durante la crucifixión también lo habría experimentado Dios, algo imposible según la filosofía platónica. Por otro lado, si estaban demasiado separados, como proponía Arrio, entonces el cristianismo parecía abandonar sus raíces monoteístas y adoptar múltiples deidades. Cada postura enfatizaba una preocupación diferente sobre la naturaleza de Dios.

El resultado

Las deliberaciones del Concilio de Nicea estuvieron marcadas por un intenso conflicto. Según una leyenda del siglo XIV, San Nicolás —la figura posteriormente asociada con Papá Noel— se enfureció tanto durante las sesiones que abofeteó a Arrio. Si bien la veracidad histórica de este episodio es dudosa , refleja con precisión la ferocidad del debate.

Finalmente, el concilio falló en contra de Arrio y redactó una declaración teológica formal: el Credo Niceno. La votación fue abrumadoramente favorable. Tan solo unos veinte obispos se abstuvieron inicialmente de apoyar el credo, y apenas tres —Arrio y sus dos aliados más cercanos— se negaron a firmarlo. Los disidentes restantes se vieron obligados posteriormente a respaldar la declaración bajo la presión del emperador Constantino. Si bien Constantino no votó personalmente, sí intervino en la redacción, insistiendo en la inclusión del término homoousios («de una misma sustancia») en el credo final.  

Fuente: National Geographic/2025-

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