SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 11 de julio de 2012


Declárase Día de las Heroínas y Mártires de la Independencia de América el 12 de Julio.
En conmemoración del nacimiento de la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla.
(Ley promulgada en Argentina el 9 de agosto de 2007)
La Teniente Coronel Juana Azurduy, murió en la peor miseria, su funeral costo “un peso” y fue sepultada en una fosa común.
El Magazín de Merlo: En 1810 se incorporó al ejército libertador del General Belgrano que quedó muy impresionado por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó a entregarle su propia espada.
La Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla, nace el 12 de julio de 1780 en Cantón de Toroca, en las cercanías de Chuquisaca, y murió el 25 de mayo de 1862 a los 81 años, en la Provincia de Jujuy, 1860) Heroína de la independencia del Alto Perú (actual Bolivia). Tras el estallido de la revolución independentista el 25 de mayo de 1809, Juana y su marido se unieron a los ejércitos populares, creados tras la destitución del virrey y al producirse el nombramiento de Juan Antonio Álvarez como gobernador del territorio.
El caso de Juana no fue una excepción; muchas mujeres se incorporaban a la lucha en estos años. Juana colaboró activamente con su marido para organizar el escuadrón que sería conocido como Los Leales, el cual debía unirse a las tropas enviadas desde Buenos Aires para liberar el Alto Perú. Durante el primer año de lucha, Juana se vio obligada a abandonar a sus hijos y entró en combate en numerosas ocasiones, ya que la reacción realista desde Perú no se hizo esperar. La Audiencia de Charcas quedó dividida en dos zonas, una controlada por la guerrilla y otra por los ejércitos leales al rey de España.
Por su actuación y con los informes favorables de Belgrano, el gobierno de Buenos Aires, en agosto de 1816, decidió otorgar a Juana Azurduy el rango de teniente coronel de las milicias, las cuales eran la base del ejército independentista de la región. Tras hacerse cargo el general San Martín de los ejércitos que pretendían liberar Perú, la estrategia de la guerra cambió. San Martín quería atacar Lima a través del Pacífico, por lo que era necesario, para poder desarrollar su estrategia, la liberación completa de Chile.
Esta decisión dejó a la guerrilla del Alto Perú en condiciones muy precarias; Juana y su marido vivieron momentos extremadamente críticos, tanto que sus cuatro hijos mayores murieron de hambre. Poco tiempo después Juana, que esperaba a su quinto hijo, quedó viuda tras la muerte de su marido en la batalla de Villar (14 de septiembre de 1816). El cuerpo de su marido fue colgado por los realistas en el pueblo de la Laguna, y Juana se halló en una situación desesperada: sola, embarazada y con los ejércitos realistas controlando eficazmente el territorio.
Tras dar a luz a una niña, se unió a la guerrilla de Martín Miguel Guemes, que operaba en el norte del Alto Perú. A la muerte de este caudillo se disolvió la guerrilla del norte, y Juana se vio obligada a malvivir en la región de Salta. Tras la proclamación de la independencia de Bolivia en 1825, Juana intentó en numerosas ocasiones que el gobierno de la nueva nación le devolviera sus bienes para poder regresar a su ciudad natal, pero a pesar de su prestigio no consiguió una respuesta favorable de los dirigentes políticos.
Murió en la provincia argentina Jujuy a los ochenta años de edad, en la más completa miseria: su funeral costó un peso y fue enterrada en una fosa común. Sólo póstumamente se le reconocerían el valor y los servicios prestados al país.



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