El bisfenol A o BPA es una sustancia química empleada desde
la década de los sesenta para fabricar
plásticos duros y ligeros que se utiliza en
los envases de alimentos y bebidas, en los empastes dentales, en pinturas y en
los cristales de las gafas, entre otros objetos de uso cotidiano. Francia y España ya
ha prohibido el uso de esta sustancia en todos los materiales que estén en
contacto con alimentos infantiles, aplicando lo que se conoce como
"principio de precaución".
Y varias investigaciones han revelado que
la excesiva exposición a este material puede tener efectos perjudiciales para
la salud, aunque de momento parece que son de corto alcance y a altas dosis, y
no representan un riesgo que inste a las agencias de seguridad a tomar nuevas
medidas que restrinjan su uso.
Obesidad infantil. Según un estudio que acaba de publicar la revista 'PLoS ONE',
las niñas entre 9 y 12 años que presentan niveles más altos de bisfenol A en la
orina tienen doble riesgo de ser obesas que aquellas con concentraciones
menores.
Arterias más estrechas. Una reciente investigación británica realizada por
científicos de las universidades de Exeter y Cambridge reveló que existe una
relación directa entre los niveles altos de Bisfenol A en la orina y la
estenosis severa de la arteria coronaria, una enfermedad caracterizada por el
estrechamiento de las arterias que puede provocar anginas de pecho e infartos.
Dientes. Un estudio francés dela Universidad de
París-Diderot a partir de experimentos con ratas recién nacidas sugiere que la
exposición diaria a Bisfenol A daña el esmalte de los dientes a edades
tempranas. Concretamente, podría causar una patología llamada
hipomineralización incisivo molar (HIM), y que en humanos afecta al 18% de los
niños con edades comprendidas entre 6 y 8 años.
Dientes. Un estudio francés de
Ansiedad. Científicos de la Universidad Estatal
de Carolina del Norte (EE UU) demostraron hace poco que la exposición al DPA
durante la gestación, a lactancia y los primeros años de vida puede generar
altos niveles de ansiedad debido a cambios en la expresión de genes en la
región cerebral de la amígdala, vinculada a emociones como el miedo. Sus
conclusiones se dieron a conocer en 'PLOS One'.
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