El consumo
de bebidas alcohólicas por parte de los menores de edad fue incrementado en
forma considerable durante la última temporada de vacaciones, según lo revelan
los datos suministrados por los centros asistenciales de nuestra costa
atlántica y zonas de vacaciones de todo el país.
En casos de intoxicación
alcohólica aguda, de los cuales el 17 por ciento involucraba a menores de 18
años (en general, adolescentes de 16 y 17 años). Lo preocupante es que no se
trató de jóvenes que habían bebido una copa de más, sino de adolescentes que
estuvieron en el umbral del coma alcohólico. La intoxicación alcohólica aguda
se produce cuando se bebe en un tiempo muy breve una cantidad tal de alcohol
que el organismo no la puede metabolizar y, en consecuencia, se provoca una
saturación en la sangre que desencadena la intoxicación aguda.
Las bebidas alcohólicas se han
instalado como un producto que es consumido por sus propiedades farmacológicas
más que por cualquier otro motivo. El 70 por ciento de los menores de entre 15
y 17 años ingiere alcohol regularmente y la mitad de los varones menores de
edad lo ingiere habitualmente como una droga para entonarse, desinhibirse o
envalentonarse, porque a los jóvenes los han convencido de que si no se
estimulan de una u otra manera, no podrán divertirse.
Si bien las medidas para
limitar el consumo de alcohol entre los menores de edad, puestas en práctica
por las distintas áreas de responsabilidades y competencias, deben ser
bienvenidas, también es cierto que ninguna de ellas podrá sostenerse en el
tiempo y con probabilidades de éxito si en forma simultánea no son llevadas a
cabo campañas de información y prevención dedicadas a difundir llamados de
alerta acerca de las consecuencias y los efectos del abuso de las bebidas
alcohólicas, apelando para ello a un lenguaje claro, comprensible y creíble.
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