El Gran Ducado será el primer país del mundo en hacer los trenes, tranvías y autobuses gratuitos a partir de 2020. El objetivo del transporte público gratuito se incluyó en el acuerdo de coalición del gobierno. “Mir wëlle bleiwe wat mir sinn”. El lema nacional de Luxemburgo no podría describir mejor el alma del Gran Ducado que, una vez más, se aleja de las políticas de sus vecinos.
Mientras Alemania trata desesperadamente de proteger su industria automovilística y Francia cancela el impuesto ecológico sobre los carburantes con la esperanza de evitar un cuarto sábado de protestas y enfrentamientos con los chalecos amarillos, Luxemburgo pone en marcha un ambicioso proyecto de movilidad sostenible: hacer todos los transportes públicos gratuitos.
Al menos esta es una de las promesas en las que se basa el nuevo acuerdo de coalición de gobierno, liderado por Xavier Bettel, junto con la creación de un Ministerio de Digitalización y la prohibición del glifosato.
Según datos del Demokratesch Partei -en el gobierno del Partido Socialista Obrero de Luxemburgo (LSAP) y de los Verdes-, la gratuidad del transporte público costaría al país más de 30 millones de euros al año, aunque, según algunos expertos en la materia, la cifra podría incluso superar los 60 millones.
De hecho, los primeros pasos hacia la gratuidad del transporte público se dieron este verano con la exención del requisito del billete para los jóvenes luxemburgueses (menores de 20 años), así como para las clases más desfavorecidas.
Cabe señalar que el transporte público de Luxemburgo ya es uno de los más baratos de Europa actualmente. A los viajeros, por ejemplo, se les cobra 2 euros máximo en dos horas de viaje. Esta es una medida importante si se tiene en cuenta que cada día casi 200.000 personas de Francia, Bélgica y Alemania cruzan la frontera para trabajar en el Gran Ducado.
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