Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad infantil constituyen uno de los principales problemas de salud pública del siglo XXI. Tanto es así, que se calcula que la obesidad infantil se ha casi triplicado en los últimos 30 años.
Hasta hace algunos años el sobrepeso y la obesidad eran percibidos como un problema de los países desarrollados. En la actualidad este escenario ha cambiado radicalmente y la epidemia se ha extendido a una velocidad alarmante a los países de bajos y medianos ingresos, particularmente en las grandes ciudades.
La OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indican que la prevalencia de obesidad en menores de 5 años es de 6,2% (41 millones) a nivel global, con un aumento de 33% desde el 2000 al 2016. Por su parte, América Latina presenta un porcentaje 7,2% y Argentina de 9,9% en dicha población.
A nivel nacional, según la Encuesta Mundial de Salud Escolar (2012), en los últimos cinco años, en el grupo de adolescentes de 13 a 15 años, aumentó el exceso de peso del 24,5% al 28,6%. La prevalencia de obesidad pasó del 4,4% al 5,9%. Esta misma encuesta señala que:
- Sólo el 17,6% de los adolescentes consume 5 porciones diarias de frutas y verduras
- La mitad de los estudiantes de esa edad consume 2 o más bebidas azucaradas por día
- Solo en 1 de cada 4 escuelas se ofrecen frutas y verduras en los kioscos
- 8 de cada 10 escuelas ofrecen bebidas azucaradas.
- Asumir un compromiso político sostenido en el diseño y adopción de políticas para reducir la obesidad infantil.
- Implementar políticas para garantizar a toda la población el acceso a alimentos saludables y disminuir el consumo de alimentos no saludables.
- Implementar políticas para que todos los sectores sociales puedan tener acceso a la actividad física periódica.
- Involucrar a múltiples actores (organismos internacionales y nacionales, la sociedad civil y las empresas privadas) pero en un marco que evite caer en conflictos de interés que atenten contra el desarrollo de las políticas públicas eficaces.
Además, en base a un estudio realizado por FIC Argentina y UNICEF Argentina, los adolescentes de nivel socioeconómico más bajo tienen un 31% más de probabilidades de sobrepeso respecto a los adolescentes del nivel socioeconómico más alto.
En este contexto, para luchar contra la epidemia de obesidad infantil y sus enfermedades asociadas, la responsabilidad individual no es suficiente. El papel de los gobiernos es fundamental, y por ello deberían:
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