Los psiquiatra y psicólogos advierten que la dificultad para ponerle un límite a la preocupación excesiva afecta los vínculos personales, el cuerpo y puede desencadenar trastornos severos.
En la era de la hiperconectividad, “los problemas saben, siempre, dónde estás”, canta el Indio Solari en la canción “Veneno Paciente” (Porco Rex, 2007). No está hablando de la ansiedad pero la frase resume un desafío de época: la necesidad de aprender a manejar una emoción delicada, que pone a la mente y al cuerpo en alerta para lidiar con las amenazas y peligros que nos acechan.
Es un monólogo interior que el homo sapiens tiene desde que dormía en las cavernas, pero que ahora tiene que gestionar en el entorno de una comunicación y exposición constante y en el que pasó a ser relevante preguntarse cómo administrar la tecnología —sobre todo el celular— para no profundizar la ansiedad disfuncional, que te hace comer apurado, dormir mal, ser irritable y vivir pensando que la peor pesadilla se va a concretar.
. ¿Sufrimos mucho por ansiedad?
—Si. La ansiedad afecta componentes fundamentales, como son el cuerpo y nuestros pensamientos y conductas. Y eso repercute en dos cuestiones importantes: el desarrollo de la vida cotidiana y las relaciones interpersonales.
— ¿Qué síntomas tiene una persona ansiosa?
— Hay cosas que pasan desapercibidas, como la alteración de nuestro ritmo de respiración. Cuando hay ansiedad se produce una hiperventilación y eso genera un aumento del oxígeno en la sangre y una disminución del dióxido de carbono. Esta situación genera síntomas que después llevan a mucho peregrinaje médico. Me refiero a mareos, inestabilidad, sensación de falta de aire.
Y por eso la persona empieza a preguntarse qué tengo, qué me pasa. Quizás los médicos a los que acude le dicen: no tenés nada. Y ese diagnóstico termina potenciando la incertidumbre. La ansiedad también genera tensión muscular, agotamiento de los músculos y contracturas que producen dolor (de cabeza, lumbar, etc.).
— ¿Cuándo hay que consultar al médico?
— Cuando hay dificultades persistentes para dormir, sensación de bolo en la boca del estómago, colon irritable, entre muchos otros síntomas que deben ser analizados por un médico para descartar otras patologías. Además hay una relación entre la ansiedad crónica, las enfermedades cardíacas y la tensión arterial.
También se trabaja el tema de la ansiedad en el tratamiento de pacientes hipertensos, ya que suele descender la presión arterial y se puede ajustar el tratamiento farmacológico. Cuando la ansiedad es disfuncional provoca una inhibición en el desarrollo de la vida cotidiana, del proyecto de vida y también la afectación en las relaciones interpersonales y en el propio pensamiento, por una situación de preocupación constante y excesiva en el monólogo interior, que genera angustia, irritabilidad y enojo.
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