SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 3 de octubre de 2023

EL DATO: ¿Por qué las mujeres viven más?

 Hábitos de vida

La mayor esperanza de vida de las mujeres se explica por hábitos de vida que, tradicionalmente, han sido más saludables, con menores índices de sustancias tóxicas, como tabaco y alcohol, así como de consumo de drogas, que los hombres, explica Miguel Ángel Acosta.

Además, las mujeres también han mantenido en general un patrón dietético más favorable, con una mayor adherencia a la dieta mediterránea, con más consumo de verduras y frutas y menor de carne y de grasas saturadas, indica este especialista.



“Se da la circunstancia de que las mujeres, condicionadas en parte por la presión social, han prestado más atención a su imagen y se han preocupado más por el mantenimiento del peso. Es un hábito saludable, siempre sin que se convierta en una obsesión, del que también conviene que aprendan los hombres”, señala Acosta.
Sin embargo, los cambios en los patrones dietéticos y de hábitos de vida manifestados por la población femenina en los últimos años se están traduciendo ya en un aumento de los tumores de pulmón, relacionado este incremento con un mayor consumo de tabaco, y en más incidencia de cáncer de colon, muy correlacionado este tumor con hábitos dietéticos, ambientales y de estilo de vida.



Viven más pero con peor calidad de vida en los años finales

Otro aspecto significativo se refiere al hecho de que las mujeres viven más, pero con una peor calidad de vida en sus últimos años y más tiempo en situación de dependencia. Esto es debido en parte a que los eventos cardiovasculares cuando se producen resultan en mayor medida fulminantes en los varones, indica Miguel Ángel Acosta, mientras que el índice de fallecimiento inmediato es menor en el caso de las mujeres pero viven con secuelas crónicas en esos años posteriores al evento.

Una cuestión importante a la hora de enfrentar el infarto de miocardio en la mujer es tener en cuenta que en ocasiones la sintomatología “no es tan de libro” como en el caso del varón, de modo que no siempre se presenta con el dolor torácico característico, revela el experto. Las claves para sospechar rápidamente un posible infarto en la mujer, en ausencia de ese dolor torácico central y en un contexto clínico sugestivo de infarto, son molestias epigástricas, en el estómago y la zona precordial, náuseas, dificultad para respirar y sudoración.

Elemento fundamental para el diagnóstico temprano es determinar en qué contexto ha aparecido esa sintomatología, indica Acosta, dado que en caso de infarto suele iniciarse tras un esfuerzo físico. Desde la Sociedad Española de Medicina de Familia, destacan la importancia de la incorporación del enfoque de género y de equidad en la atención a los problemas de salud en la práctica clínica y de que los profesionales dispongan de  herramientas básicas para una actividad asistencial, investigadora y docente con perspectiva de género que evite los sesgos en la atención.

Más predisposición a consultar y pedir ayuda

Otro factor que contribuye a explicar la mayor esperanza de vida de las mujeres y del que los hombres podrían tomar ejemplo, según explica Acosta, es la mayor predisposición de la población femenina a acudir al médico en caso de malestar o determinada sintomatología. “Al hombre le cuesta mucho más pedir ayuda, sobre todo, si el malestar es de tipo psíquico”.

Sin embargo, acudir a los profesionales sanitarios es el primer paso para conseguir un diagnóstico temprano de un problema de salud y un tratamiento adecuado. En cambio, cuando el malestar está relacionado con la esfera sexual las mujeres se muestran más reticentes a buscar ayuda, explica Miguel Ángel Acosta, “por ejemplo, cuando sufren molestias vaginales en las relaciones sexuales o cuando tienen dificultad para llegar al orgasmo, cuando son situaciones sobre las que también deberían consultar”.

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