Los insecticidas neonicotinoides son tristemente conocidos por el daño que causan a las abejas y a otros polinizadores imprescindibles para la vida y la alimentación humana. La acumulación de estudios en su contra llevó a la prohibición en Europa del uso en exteriores de tres de ellos, el imidacloprid y la clotianidina de Bayer y el tiametoxan de Syngenta.
Hasta ahora, la comunidad científica creía que los insecticidas neonicotinoides no afectaban a los vertebrados (entre ellos, los mamíferos). Pero un nuevo estudio, publicado el 28 de junio en la Revista de Toxicología Aplicada, abre la puerta a una nueva interpretación.
El artículo científico tiene un título revelador “La evaluación de los insecticidas neonicotinoides en la actividad estrogénica, tiroidoidea y adipogénica revela que el imidacloprid causa acumulación de lípidos“.
El estudio evalúa la interacción de 7 neonicotinoides con los receptores de las hormonas estrógenas y tiroideas en cultivos celulares. También evalúa su capacidad para acumular lípidos. Adipocitos, células especializadas en almacenar grasa. Los disruptores endocrinos (y también el neonicotinoide imidacloprid) pueden aumentar su número y contenido de lípidos.
Los contaminantes hormonales o disruptores endocrinos que favorecen la acumulación de lípidos se denominan “obesógenos“. Constituyen una importante área de trabajo actual de prestigiosos científicos como la Doctora Mariana Fernández del Centro de Investigación Biomédica de Granada.
Según su estudio “Obesógenos ¿Una nueva amenaza para la salud pública?” la exposición a tóxicos disruptores endocrinos promueve el sobrepeso y la obesidad. Es decir, la dieta, la actividad física o la predisposición genética no explican, por sí solas, el incremento de obesidad y sobrepeso que se evidencia en los países más industrializados.
Al contrario, se debe tener en cuenta la exposición a tóxicos que alteran el funcionamiento de nuestro metabolismo. La alteración se produce en tres frentes: aumentan el número de células que almacenan grasa (adipocitos), aumentan la cantidad de grasa que puede almacenar cada una de esas células y por si fuera poco, también pueden alterar el control hormonal del apetito y la sensación de saciedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario