El Papa
Francisco ha autorizado la modificación del artículo 2267 del Catecismo de la
Iglesia Católica sobre la pena de muerte, declarando “inadmisible” la
aplicación de esta condena en cualquier caso, y pide su abolición en todo el
mundo.
El texto que regía hasta hoy decía lo
siguiente: “La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la
plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el
recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para
defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.
“Pero si los medios incruentos bastan
para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad
se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones
concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona
humana”.
“Hoy, en efecto, como consecuencia de
las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen,
haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la
posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario
suprimir al reo ‘suceden muy [...] rara vez [...], si es que ya en realidad se
dan algunos’”.
El nuevo texto del artículo 2267 es el
siguiente: “Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la
autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta
apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque
extremo, para la tutela del bien común".
"Hoy está cada vez más viva la
conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de
haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva
comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En
fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la
necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al
reo la posibilidad de redimirse definitivamente.
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