SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 10 de noviembre de 2019

El trabajo rural en ARGENTINA es una "entidad" compleja donde la precarización laboral es la regla y no la excepción.

Las condiciones de trabajo en el campo todavía están organizadas según estructuras que pueden rastrearse hasta la época de la colonia. El Estatuto del Peón Rural busca romper con esos vicios, pero sin la presencia de un sindicalismo que demuestre compromiso, la explotación de los trabajadores rurales seguirá vigente.


1. Los orígenes de como se ha estructurado la tenencia de la tierra en la Argentina. La misma ha derivado en una organización terrateniente de ocupación en dos etapas. La ocupación española de la tierra comunitaria de los pueblos originarios, que de ser una especie de producción cooperativa pasó – ocupación mediante - a un sistema de producción basado en la explotación lisa y llana de los habitantes originarios de nuestras tierras, mediante los métodos de la mita y la encomienda. Posteriormente, la ocupación fue del "criollo" repartiéndose aquello que "conquistaba". Como somero ejemplo podemos nombrar la masacre de los originarios patagónicos -Patagonia que se extendía Pampa inclusive - a manos de Roca. Ello dio lugar a nuestra "notable" oligarquía terrateniente.

Como nos podemos imaginar, el “cambio” de situación, no modificó en mucho los sistemas de trabajo que se habían impuesto en La Colonia. Si bien, ya con el nombre de trabajo rural, en la práctica, la mita y la encomienda sobrevivían con "pequeñas reformas modernizadoras" al paso del tiempo, la explotación era el eje central del modelo de producción agraria del “Granero del Mundo”. Un ejemplo de ello fue “La Forestal”.


"La actual organización gremial en estos últimos años ha actuado en tándem con las patronales del campo, lo que debilita a los trabajadores frente a reclamos concretos que se pudieren hacer en defensa de sus derechos o para la consecución de nuevos derechos."


Tal es así que con la llegada del Peronismo y la sanción del Estatuto del Peón Rural, Juan Domingo Perón dijo: “La situación del peón en el país es de extraordinario desmedro para los hombres que trabajan en el campo. La Constitución del 53 abolió la esclavitud, pero lo hizo teóricamente porque no es menor la esclavitud de un hombre que en el año 44 trabajaba para ganar 12, 15 ó 30 pesos por mes. Y esa es la situación del peón. Se encuentra en una situación peor que la del esclavo, porque a éste el amo tenía la obligación de guardarlo cuando viejo, hasta que se muriera; en cambio al peón, cuando está viejo e inservible le da un chirlo como al mancarrón para que se muera en el campo o en el camino. Es una cuestión que ningún hombre que tenga sentimientos puede aceptar…”.

Durante la dictadura militar (1976 – 1983) el Estatuto – como no podía ser de otra manera - fue derogado y cambiado por otra reglamentación que volvía a las “fuentes”.

2. Las características propias del trabajo rural, puesto que, en general, él mismo se realiza en etapas diferenciadas y en distintas temporadas – según el sector de actividad – con lo cual el empleador de las características del trabajo rural, tiene más “facilidades” para precarizar el empleo como consecuencia propia de la dinámica de trabajo.

3. El Estado: que desde su concepción como Estado Moderno en 1853, salvo el interregno de 1945 a 1955 y, con muchas dificultades, entre el 2003 y 2012, no ha incursionado, ni ejercido el poder de policía por sobre el trabajo rural.

4. Un trabajo sindical que se vio reprimido cruelmente por momentos, y con complicidad con la patronal en otros, ha dado como consecuencia actual la falta de organización sindical real en los lugares de trabajo y por consiguiente la continuidad de un “sistema” de trabajo.

"El trabajo en el campo aún conserva, en grandes porciones, esa idea cuasi feudal expoliatoria que el nuevo Estatuto del Peón Rural pretende, desde la entronización normativa, corroer los cimientos de una cadena de explotación difícil de romper."


La actual organización gremial en estos últimos años ha actuado en tándem con las patronales del campo – que hoy son más que esa estructura oligárquica, sino que son conglomerados diversificados que se apoyan en la tenencia de la tierra pero que sus ramificaciones llegan a las empresas de medios de comunicación y al capital financiero – lo que debilita a los trabajadores frente a reclamos concretos que se pudieren hacer en defensa de sus derechos o para la consecución de nuevos derechos.

El trabajo en el campo aún conserva, en grandes porciones, esa idea cuasi feudal expoliatoria que el nuevo Estatuto del Peón Rural pretende, desde la entronización normativa, corroer los cimientos de una cadena de explotación difícil de romper. El Estado con su estructura, y blandiendo el poder de policía que le compete, tiene una misión más que importante en poder vencer el trabajo ilegal en las zonas rurales, sobre todo donde la concentración de la tierra, hace de su posesión un “Dios” donde “naides dentra”.

Sin embargo, sin la participación de los trabajadores y sus organizaciones gremiales al Estado sólo le será imposible. En un reportaje en La Nación– justo el diario símbolo de la Argentina terrateniente – Gerónimo Venegas dijo: “…Tengo un gremio montado sobre ruedas… tengo 700 vehículos en todo el país y todos están trabajando continuamente…”. Para ser una actividad que tiene, prácticamente, el 70 % bajo la forma de la ilegalidad esa afirmación se entiende muy poco.

Sin un sindicalismo en el sector rural que demuestre convicción, seriedad y responsabilidad, la explotación de los trabajadores en el campo seguirá siendo moneda corriente y la abolición de la mita y la encomienda por parte de la Asamblea del Año XIII, será una ilusión en este sector.

Si abonamos el dicho que "la única verdad es la realidad”, ésta desmiente cualquier postura sobre un trabajo sindical organizado y serio que vaya en contra de la explotación laboral en el campo.

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