Se trata de un hallazgo realizado en un modelo
computacional por científicos de Estados Unidos. Aportó un blanco al cual
podrían apuntar futuros tratamientos. Los detalles
El coronavirus es un virus encapsulado. Tiene proteínas que cumplen diferentes funciones. Una de ellas es la proteína Espiga, que le da ese aspecto de “corona” que le da parte del nombre. Hoy los investigadores científicos saben que la Espiga ayuda a que el virus se prenda y entre a la célula de los seres humanos para infectarla.
En
los Estados Unidos, un equipo de científicos descubrió una oportunidad para
interferir en ese proceso que permite que el coronavirus ingrese a la células.
Un aporte que podría contribuir al desarrollo de tratamientos que actúen para
contrarrestar el avance de la infección, en
el contexto de una pandemia que ahora avanza gracias a variantes cada vez más
contagiosas como Delta.
Los científicos lograron simular la transición de
la estructura de la proteína de la Espiga del coronavirus desde que reconoce a
la célula huésped hasta que consigue entrar, según un estudio publicado en la revista eLife.
La investigación sugiere que una estructura habilitada por las moléculas de
azúcar en la proteína Espiga podría ser esencial para la entrada en la célula. También
afirman que la interrupción de esa estructura podría ser una estrategia para
detener la transmisión del virus.
Un aspecto esencial del ciclo vital del coronavirus
es su capacidad para adherirse a las células del ser humano y transferir su
material genético. Lo
consigue gracias a su proteína Espiga, que está formada por tres componentes
separados: un haz transmembrana que ancla la Espiga al virus, y dos subunidades
S (S1 y S2) en el exterior del virus.
Para infectar una célula humana, la subunidad S1 se
une a una molécula de la superficie de las células humanas llamada ACE2, y la
subunidad S2 se desprende y fusiona las membranas de la célula viral y la
humana. Aunque se conoce este proceso, todavía no se ha descubierto el orden exacto
en que se produce. Por esto, la comprensión de los movimientos a escala de los
microsegundos y a nivel atómico de estas estructuras proteicas podría revelar
posibles objetivos para el tratamiento del COVID-19.
El equipo de científicos estaba especialmente
interesado en
el papel de las moléculas de azúcar en la proteína de la espiga, llamadas
glicanos. Para ver si el número, el tipo y la posición de los glicanos
desempeñan un papel en la etapa de fusión de la membrana de la entrada de la
célula al mediar estas formaciones intermedias de la Espiga, realizaron
miles de simulaciones utilizando un modelo basado en la estructura de todos los
átomos. Estos modelos permiten predecir la trayectoria de los átomos a lo largo
del tiempo. Es decir, estudiaron cómo afectan los átomos vecinos al movimiento
de los demás.
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