TERMINAMOS AVERIGUANDO de ir al TRABAJO es lo
MEJOR: El teletrabajo tiene muchas ventajas.
Ahorramos tiempo en desplazamientos, dinero en gasolina, podemos dormir un poco
más, puede facilitar la vida laboral con la familiar… Sin embargo, lo que hace
pocos años muchos empleados veían como una ventaja e incluso un plus de calidad
de vida, ahora se ha convertido para muchos, debo sobre todo al contexto
sanitario en el que se desarrolla, casi como un castigo.
Y es que, aunque no deja de tener muchas ventajas, el teletrabajo también puede tener consecuencias negativas para
nuestra salud mental, como nos cuenta Rafael San Román, psicólogo de
ifeel. Porque, “ir al trabajo en persona ocupa tiempo,
dinero, energía, pero también nos hace movernos, ver la calle, relacionarnos
con gente, caminar, cambiar de ambientes”.
De la soledad al
agobio
En el aspecto en el que más lo notan los trabajadores es en el social, “la reducción drástica de interacciones sociales cara a cara puede
acabar generando una percepción de aislamiento o soledad en
la que los persona se va instalando poco a poco, de manera insidiosa, pero que
al final acaban pesando y hacen que el estado de ánimo sea más negativo. La
persona vive día tras día con una sensación de encapsulamiento y llevando a
cabo una rutina muy básica y poco motivante”, afirma San Román.
A este decaimiento puede unirse también a que
tengamos una mayor tensión y provocar que la persona se vuelva “más rumiativa, con más presencia de pensamientos obsesivos… porque le
falta el contrapunto de las conversaciones, de los encuentros interpersonales
relativamente complejos (no cuatro frases por whatsapp),
por no hablar del efecto en la salud mental de la ausencia prolongada de
contacto físico, táctil, con otras personas”.
Como consecuencia, los episodios de estrés, ansiedad e irritabilidad se hacen más frecuentes, por un lado, debido a la soledad, y por otro, por el exceso de tareas o a que hay otras distracciones en casa que no les dejan desempeñar el trabajo como les gustaría, “a menudo las personas expresan una sensación de agobio generalizada, crispación, ansiedad, decaimiento, saturación de pantallas… Rascando un poco se descubre que hay un exceso de soledad o aislamiento, por ejemplo en el caso de personas que viven solas, teletrabajan y, en algunos casos, están confinadas.
Pero también hay
problemas con personas que no viven esa soledad (quizá porque viven con
familiares, parejas, tienen niños que les movilizan mucho) pero que sienten que
el teletrabajo les da unas ventajas, pero les aporta también unos
inconvenientes que, meses después, son insostenibles”. Este es el caso, sobre
todo, de padres y madres con niños pequeños que están confinados, como ocurrió
los primeros meses de la pandemia.
Más estrés y
trabajadores quemados:
En un principio, ahorrarte un atasco u horas en transporte público
debería dejarnos más tiempo para nuestra vida privada y estar, por tanto, más
relajados. Sin embargo, en muchos casos no ocurre así, pues precisamente por el
hecho de tener más tiempo, los trabajadores
acaban dedicándole más horas y les cuesta más desconectar. Esto produce que,
paradójicamente, haya más gente con el síndrome de trabajador quemado,
que se traduce en “estrés (saturación), ansiedad (activación fisiológica
demasiado elevada, acompañada de un estado de ánimo negativo), falta de
motivación, percepción del trabajo como algo aversivo, etc.”, algo que acaba
repercutiendo negativamente en la salud mental, que requiere de equilibrios,
“esfuerzos-descansos, renuncias-compensaciones, vida personal-vida profesional,
responsabilidad-relajación, etc. Si estos equilibrios no existen de manera
continuada, sino lo que hay es un caos en el que el trabajo nos come, lo ocupa
todo, entonces la salud mental se resiente”, asegura San Román.
No hay comentarios:
Publicar un comentario