El emblemático edificio, declarado patrimonio de la
humanidad por la UNESCO y reconocido como “obra maestra de la arquitectura del
siglo XX”, celebró su cumpleaños con un gran show de luces.
Con una celebración espectacular, Australia conmemoró el medio
siglo de existencia de la Ópera de Sídney, una obra maestra arquitectónica que se ha convertido en un
emblema internacional. Cincuenta años después de que la joven Reina Isabel II
inaugurara la icónica sala de conciertos, multitudes se congregaron a lo largo
de la costa para presenciar un despliegue nocturno de luces láser que
iluminaron la fachada de la ópera, creando un escenario deslumbrante digno de
tan magna ocasión.
Sin embargo, más allá de la celebración, el recinto, visitado
por 11 millones de personas cada año, ha sido testigo de una rica historia que
abarca complejos episodios. El arquitecto danés Jorn Utzon, seleccionado entre 232 aspirantes en el concurso de 1956,
nunca tuvo la oportunidad de pisar el edificio una vez finalizado. La
construcción de este edificio demoró 14 años, con una inversión de más de 102
millones de dólares australianos (64,4 millones de dólares estadounidenses o 61
millones de euros al cambio actual) y la contratación de 10.000 trabajadores.
Utzon se trasladó a Australia junto a su familia en 1957 para
llevar a cabo el proyecto, pero abandonó el país en 1966 debido a desavenencias
con el Ministerio de Obras Públicas sobre la visión, el presupuesto y la
financiación del proyecto, dejando las icónicas formas del techo de la Ópera
casi completadas. El trabajo fue completado por otros arquitectos, quienes
implementaron cambios significativos en los diseños interiores.
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