SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 4 de septiembre de 2025

DANIEL SABSAY: “Es mucho más fácil dominar sobre la ignorancia” -En defensa de los valores de la libertad, la república y la división de poderes.

**El saber nos hará libres-

Su nombre y su figura han trascendido el campo del Derecho para convertirse en una de las fuentes de consulta más confiables del país, una referencia ineludible para los medios y la sociedad argentina cuando el debate público gira en torno a los temas fundamentales de la ley y la Justicia. Sus opiniones, íntegras, comprometidas y apasionadas, han obrado como un estandarte en defensa de los valores de la libertad, la república y la división de poderes a lo largo de su trayectoria.



Por eso, nada lo halaga más que el reconocimiento expresado en ese sentido. Por ejemplo, en una dedicatoria escrita por el diputado Fernando Iglesias, donde el político, resumiendo la devoción del jurista, acuñó una frase que éste elige como el epítome para definir su vida: “Daniel Sabsay, la reencarnación viviente de la Constitución argentina”. Es que no en vano ha forjado su autoridad en tan prestigiosa materia como profesor titular de Derecho Constitucional, director de la carrera de posgrado en esa misma rama del Derecho y presidente de la asociación argentina de Derecho Constitucional.



¿Qué cualidad es indispensable para abrazar esa disciplina? El amor por “la educación, los libros y la academia”, responde; la vocación por lo justo y un espíritu pedagógico que derrama con generosidad en la comunidad virtual a través de su canal de YouTube, una interacción constante en las redes y una presencia notable en los medios tradicionales, además de sus columnas de opinión en LA NACION y Clarín, sobre temas candentes vinculados a la Justicia.

Nació en Buenos Aires, se formó en la UBA y en un posgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de París, ciudad que lo marcó a fuego, no sólo porque allí vivió durante casi 7 años, estudió y comenzó una vida profesional, sino también porque lo deslumbró la cultura y el estilo de vida francés, y conoció a su esposa, con quien se casó antes de regresar a la Argentina: Sylvia Monique, la madre de sus dos hijos, Déborah y Sebastián.



En estas Conversaciones de domingo hablamos con Daniel Sabsay (72) sobre los orígenes y el mandato que recibió de su familia, el compromiso que representa su profesión y las vastas influencias con las que forjó una cultura exuberante, un gusto refinado que lo caracteriza como melómano, amante de la literatura, las bellas artes y todo aquello que define la elegancia y la cortesía en la vida social.

–Habiendo crecido en un medio intelectual donde se respiraban el arte y todas las manifestaciones de la cultura, con una madre pintora y dibujante (Sofía Olivesky) y un padre abogado (Fernando Sabsay) ligado a la filosofía y la historia, maestro, escritor, editor vinculado a la literatura y el teatro, ¿cómo decidiste tu vocación por el Derecho?

–Estaba prácticamente decidido a ser arquitecto, pero antes de terminar el 5º año, opté por la abogacía. Me gustaba la pintura y estudiaba piano, pero fue el Derecho lo que realmente me atrapó en la vida. Lo sentí como mi verdadera misión, como una función pública de servir al Derecho para defender la Constitución, la República y sobre todo la libertad, porque siempre fui un liberal en el sentido del liberalismo político. El liberalismo de lo que es la República, los derechos fundamentales y la división de poderes.

–No hablás de una vocación, sino de algo más trascendente: el despertar de una misión en la vida.

¿Para ser constitucionalista, para optar por esa rama del Derecho que se dedica al estudio de la ley fundamental y del Estado, se requiere de alguna condición personal?

–No somos muchos los constitucionalistas. La mayoría, de hecho, por una razón muy sencilla, no vive del ejercicio de la profesión. Yo soy una excepción, pero es una vida difícil. Como no se vive de esto, quien abraza el Derecho Constitucional, lo hace para la academia y la educación, para escribir libros, para ser profesor universitario. A mí, en gran parte por las barbaridades que hace esta gente en el gobierno, me fue muy bien.

¿Qué sentís con los ataques a la institución como símbolo?

–Que es algo muy injusto. Gracias al Jockey se mantiene un patrimonio histórico excepcional que, si no estuviera en manos privadas, ya sabemos lo que pasaría. Allí está el ejemplar original del Himno Nacional firmado por López y Planes. Esa partitura es sólo una parte del patrimonio. La biblioteca es maravillosa. Hay tapices fabulosos, esculturas y cuadros extraordinarios, algunos de los más lindos de Prilidiano Pueyrredón, todo preservado en impecable estado.

–¿Qué valores representa en la sociedad de hoy?

Debo reconocer que hubo un espíritu machista, una clase alta muy cerrada y aristocratizante que en gran medida propició el nacimiento del peronismo. Esa parte fue negativa porque el peronismo surgió así. Hay que recordar cuando Eva Perón se quiso incorporar a la Sociedad de Beneficencia, se le negó y entonces fue la Fundación Eva Perón y arrasó con todo. ¡Eso fue una tontería! O sea que reconozco el lado negativo. Tengo sentido crítico. Pero vuelvo a lo mismo: la preservación del patrimonio. El Jockey representa un estilo de vida elegante donde uno se encuentra con gente agradable. Para mí es todo aquello que me gusta como la elegancia, la distinción y las palabras francesas del glamour y el savoir faire.

–¿Son valores que se han perdido para siempre o pensás que se van a recuperar?

–Se están perdiendo. Pero de todo, lo que más pena me da es haber perdido aquella Argentina que, debajo del delantal blanco del ideal sarmientino, hablaba un solo idioma. El sentido de la igualación que daba ese delantal blanco, el símbolo de la escuela primaria común para todos los argentinos, eso se rompió por completo. Ese ideal extraordinario de la escuela sarmientina que fue el gran modelo de país, un modelo maravilloso que se destruyó adrede porque es mucho más fácil dominar sobre la ignorancia y el ignorante que se puede adoctrinar con un relato capcioso. Ese proceso está brillantemente explicado en los libros de Fernando Iglesias.

¿Qué es lo más satisfactorio que recibís de tus seguidores en YouTube?

–Empecé con esto en la pandemia a partir de una iniciativa de mi hijo, pero hoy ya grabo en un estudio y es el canal educativo de Google con mayor cantidad de suscriptores. A donde vaya, recibo el feedback de la gente. Es algo estimulante que me da muchísima satisfacción. Y lo que más me dicen es: “¡Gracias, gracias por todo lo que nos da!”.

–¿Has cumplido entonces con aquel llamado, la misión de tu vida?

–Nunca hay que creérsela, pero aparentemente sí. Yo creo que he cumplido con la misión de mi vida.

Fuente: La Nación- 

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