Por Antonio Argandoña, Profesor Emérito de Economía y titular de la Cátedra CaixaBank/España de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.
Algunas de las propuestas políticas que corren, tanto en nuestro país como en otros, reciben el calificativo de “populistas”, habitualmente con una connotación negativa, como sinónimo de irrealizables, extremistas, ultra-izquierdistas o, según los casos, ultra-derechistas.
- Lo que caracteriza al populismo es la apelación al “pueblo”, tanto frente a las estructuras de poder (oficial o real) como frente a los valores o ideas dominantes de la sociedad, valores que, se supone esas estructuras de poder controlan y manipulan.
- El pueblo no se identifica con otros colectivos, como la clase o la nación, ni con nociones abstractas, como la libertad. Es un colectivo de personas muy variadas, plural, inclusivo, que deciden actuar todos unidos como autodefensa ante la agresión del establsishment.
Políticas populistas en el mundo |
- La sociedad se configura como la oposición entre un bloque de poder (el establishment, la elite) y el pueblo.
- No es, pues, un discurso continuista: los que tienen el poder (político, económico, militar, etc.) no forman parte del pueblo; quizás lo fueron en un principio, pero se separaron de él cuando empezaron a actuar en favor de los intereses, ideas y objetivos del establishment, no los del pueblo. Por eso, las soluciones tecnocráticas que los que tienen el poder proponen no son válidas para solucionar los problemas del pueblo.
- La imagen del pueblo se configura, a lo largo de un periodo de tiempo más o menos largo, a partir de una serie de revindicaciones particulares (contra los desahucios de viviendas, contra el salvamento de los bancos, contra la pérdida de derechos laborales, contra los recortes en el gasto público, contra la subida de impuestos) hasta llegar a definir una identidad colectiva alrededor del pueblo y de los líderes que lo representan.
- Se trata, en definitiva, de la lucha contra un enemigo común, los que tienen el poder, a los que se acusa de frustrar las demandas legítimas que se vienen formulando desde hace tiempo.
- La relación entre populismo y democracia es ambigua. El movimiento popular se presenta como una forma de representación de los ciudadanos, a través de unos líderes carismáticos, yendo más allá del marco institucional de la democracia tradicional, entre, de un lado, soluciones autoritarias y no liberales, y una nueva forma radical de tradiciòn democrática, como renovación de la que fue capturada por el establishment.
- El populismo hace una llamada al pueblo para que participe activamente en un proyecto político de cambio democrático radical, de autorrealizacion y liberaciòn.
- La oposición al movimiento populista se presenta como contraria al pueblo y defensora del poder establecido.
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