SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 22 de octubre de 2018

NO hay voluntad política para acabar con el hambre, pero tienen las herramientas, aseguro el Papa Francisco.


El Papa Francisco lamentó la falta de voluntad política para acabar con el hambre en el mundo a pesar de contar con las herramientas necesarias para hacer realidad ese objetivo.
En un mensaje dirigido a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, que se celebra este martes 16 de octubre, el Santo Padre afirmó que

 “la celebración anual de la Jornada Mundial de la Alimentación pone en primera línea de la actualidad internacional las necesidades, ansias y esperanzas de millones de personas que carecen del pan cotidiano”.
Explicó que “cada vez son más quienes, por desgracia, forman parte de ese número ingente de seres humanos que no tienen nada, o casi nada, que llevarse a la boca. Debería ser al contrario y, sin embargo, las recientes estadísticas son una lacerante evidencia que muestra cómo la solidaridad internacional parece enfriarse”.

El Papa recordó que “los pobres aguardan de nosotros una ayuda eficaz que los saque de su postración, no meros propósitos, o convenios que, tras estudiar detalladamente las raíces de su miseria, den como fruto únicamente solemnes eventos, compromisos que nunca llegan a materializarse o vistosas publicaciones destinadas solo a engrosar catálogos de bibliotecas”.
Entre los retos que la comunidad debe afrontar en el corto plazo, citó “satisfacer las necesidades primarias de los más desfavorecidos”, ir más allá de hacer “frente a las emergencias y a las situaciones desesperadas de los menesterosos”, y emprender “políticas de cooperación al desarrollo orientadas hacia las necesidades concretas de los indigentes”.
También propuso dar una particular atención “a los niveles de producción agrícola, al acceso al mercado de alimentos, a la participación en las iniciativas y acciones y, sobre todo, al reconocimiento de que, a la hora de tomar decisiones, los países son iguales en dignidad”.

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