Perros entrenados pueden detectar el
Parkinson años antes de que aparezcan los síntomas visibles, gracias a un
cambio en el olor corporal. Los perros identifican alteraciones en el sebo,
una sustancia oleosa de la piel que cambia con la enfermedad.
·
Perros detectan Parkinson
años antes de síntomas visibles.
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Olor específico en la piel,
clave para el diagnóstico temprano.
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Pruebas no invasivas,
precisas y accesibles.
·
Adiestramiento canino
complementa la investigación científica.
·
Puerta abierta a sensores
biomédicos inspirados en el olfato animal.
Los
perros pueden detectar algunas enfermedades neurológicas, como el Parkinson,
años antes de que aparezcan los síntomas
Un par de perros especialmente
entrenados ha demostrado que el Parkinson deja una huella olfativa en
la piel humana. Esta señal es tan clara que un perro entrenado puede
detectarla con una precisión sorprendente, incluso cuando la enfermedad aún no
ha mostrado sus signos más conocidos.
Este hallazgo podría revolucionar el
diagnóstico precoz del Parkinson: un proceso más rápido, económico y
sin necesidad de métodos invasivos, justo en una etapa donde la
intervención médica todavía puede marcar la diferencia.
El
olfato como herramienta médica
La investigación fue posible gracias
a la colaboración entre la organización Medical Detection Dogs, con
sede en Milton Keynes, y científicos de las universidades de Bristol y Manchester.
Durante varios meses, los
entrenadores de la organización enseñaron a dos perros tipo retriever a
identificar el olor presente en el sebo, una sustancia oleosa que
segrega nuestra piel. Cuando está presente el Parkinson, su composición cambia,
generando un aroma sutil pero constante.
El entrenamiento se realizó
utilizando más de 200 muestras de gasa, impregnadas con sebo de
pacientes recién diagnosticados, personas sanas y otras con afecciones
distintas. Los perros, al identificar una muestra positiva, eran premiados
discretamente, reforzando su capacidad de detección.
En el ensayo final, doble ciego, los
resultados fueron contundentes: hasta un 80 % de sensibilidad y un 98 %
de especificidad. Es decir, los perros no solo reconocieron la enfermedad
con una precisión comparable a algunos análisis clínicos, sino que también lo
hicieron en pacientes con otras dolencias coexistentes, demostrando la robustez
del marcador olfativo.
Una
señal previa a los temblores
Aunque el olfato de los perros ya ha
sido utilizado en otros contextos médicos, su aplicación en enfermedades
neurológicas se debe a una observación concreta: el exceso de sebo y el
cambio de olor corporal preceden a los temblores y otros síntomas
motores por varios años.
El caso de Joy Milne, una
enfermera escocesa que notó un cambio en el olor de su esposo mucho antes de
que fuera diagnosticado con Parkinson, fue clave para dirigir la atención
científica hacia el sebo como marcador precoz.
Hoy, los laboratorios avanzan en la
identificación molecular de estos compuestos mediante espectrometría de masas,
pero este proceso requiere equipos caros y personal especializado. Por eso, los
perros representan una alternativa accesible y altamente eficiente.
Más
allá del olfato canino
Aunque los perros no reemplazarán a
los neurólogos, sus narices están ayudando a científicos a identificar
los compuestos volátiles específicos del Parkinson. Estos
datos son esenciales para el desarrollo de biosensores, pequeños
dispositivos capaces de detectar la enfermedad de forma autónoma y portátil.
El equipo de la profesora Perdita
Barran, en la Universidad de Manchester, ya está analizando las muestras
químicamente para reproducir el olfato canino en dispositivos
electrónicos. La idea es que, en el futuro, se puedan fabricar sensores de
bajo coste que, mediante un simple hisopo cutáneo, den una lectura rápida del
riesgo de Parkinson.
Otras
enfermedades en la mira
Este tipo de investigación se está
extendiendo a otras afecciones neurológicas. Existen evidencias de que perros
también pueden detectar Alzhéimer, esclerosis múltiple, e incluso
cambios sutiles en personas con migrañas o trastornos
del espectro autista.
En el caso del Alzhéimer, los
pacientes pueden emitir cambios en el olor corporal mucho
antes de que se deterioren cognitivamente. Algunos perros también reaccionan de
forma inusual antes de un episodio de migraña o una crisis sensorial en niños
autistas, actuando como un sistema de alerta precoz.
Estos comportamientos no solo tienen
valor anecdótico. Se están estructurando investigaciones clínicas que buscan
comprender y estandarizar esta capacidad para incorporarla en estrategias
de diagnóstico preventivo.
Hacia
sensores inteligentes inspirados en el olfato
Uno de los próximos pasos es incluir
a personas con trastorno de conducta del sueño REM, un estado que
precede al Parkinson en muchos casos. Si los perros logran identificar la
enfermedad en esta fase, se abriría la posibilidad de intervenir hasta una
década antes del diagnóstico tradicional.
Además, si se identifican compuestos
volátiles comunes en distintas poblaciones y regiones del mundo, se podrán
diseñar sensores que funcionen de manera universal, sin depender
del contexto geográfico o genético.
Esto cambiaría radicalmente el
paradigma del diagnóstico temprano, sobre todo en países con sistemas de salud
limitados, donde el acceso a neurólogos y pruebas especializadas es
escaso o lento.
Más información: Trained dogs can detect the odor of Parkinson’s disease.
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