Sydenham escribía en 1680: "De entre todos los remedios a que Dios
Todopoderoso le ha complacido dar al hombre para aliviar los sufrimientos, no
hay ninguno que sea tan universal y tan eficaz como el opio".
Origen: Si bien es posible que los
efectos psicológicos del opio ya fueran conocidos por los antiguos sumerios, la
primera referencia indudable al jugo de amapola se encuentra en los escritos de
Teofrasto en el siglo III a.C. Los médicos árabes eran muy versados en el uso
del opio que se disemina por todos los territorios dominados por el Islam en
pastillas que a veces llevaban impreso el sello mash Allah (presente de Dios).
Fresco descubierto en Pompeya, sutura con calmante a base de opio, hace 2000 años. |
En Roma el opio fue ampliamente
utilizado y era, junto con la harina, un bien de precio controlado con el que
no se permitía especular. Los mercaderes árabes introdujeron el compuesto en
Oriente donde se utilizó principalmente para el control de la disentería.
Se le atribuye a Paracelso
haber popularizado nuevamente el empleo del opio en Europa, ya que había caído
en desuso debido a su toxicidad. En el siglo XVIII fumar opio se hizo popular
en Oriente. En Europa, la fácil disponibilidad del mismo llevó a cierto grado
de abuso, pero el problema nunca llegó a ser tan prevaleciente ni tan
destructor de la sociedad como el abuso del alcohol.
FARMACOLOGÍA: Mecanismo de acción y formas de empleo. A través de la historia, este psicoactivo ha sido administrado de
diversas maneras. Los polvos y las preparaciones de opio con alcohol (láudanos
y tinturas) se ingieren por vía oral. Cuando el opio se presenta en forma de
piedra, ésta se desmorona y se fuma en una pipa convencional en cuyo fondo se
asienta un poco de tabaco o marihuana para facilitar la consumación.
Cuando se
adquiere en bruto, el opio debe refinarse para transformarse en chandoo antes de ser fumado. En forma
casera esta operación puede realizarse disolviendo el opio en agua destilada.
El agua se hierve y se filtra. El proceso se repite tres veces hasta que la
masa adquiere una consistencia de jarabe. Éste se vierte en una cazoleta de
barro semiesférica, provista de un cañón que se adapta a un tubo de unos
cuarenta centímetros de largo que es la pipa.
Los efectos del opio
comienzan entre los 15 y los 30 minutos después de su ingestión o entre los 3 y
los 5 minutos después de ser fumado y duran entre 4 y 5 horas. Al llegar al
cerebro, los alcaloides del opio ocupan los receptores específicos de ciertos
neurotransmisores genéricamente llamados endorfinas que se producen de forma
natural dentro del cerebro humano. La mayoría de ellos actúan como agonistas
fijándose a las tres categorías de receptores de opioides descubiertas hasta
ahora en el SNC y que se designan con las letras griegas mu, kappa y delta. Los
efectos analgésicos y antiestresantes que normalmente producen las endorfinas
se ven incrementados en presencia de los alcaloides del opio.
Usos terapéuticos: Los médicos griegos preparaban triacas
con distintos contenidos de opio. A partir de la Edad Media , los
antiguos boticarios confeccionan diversos alcoholatos
e hidrolatos, fármacos que se
obtenían al destilar ciertas plantas con vapor de alcohol o con vapor de agua.
Los alcoholatos están subdivididos en alcoholaturas
y tinturas. Las primeras se preparan
con plantas frescas y las segundas con plantas secas. Se les utiliza como
analgésicos generales, como remedios para el insomnio, contracciones uterinas y
trastornos gástricos. Los llamados polvos
de Dover (que contienen hasta un 95% de opio) y la tintura de opio (5 g
de extracto de opio diluidos en 95
g de alcohol) fueron bastante populares hasta que en
1660 Thomas Sydenham, considerado el Hipócrates de Inglaterra, inventa el
láudano que lleva su apellido y populariza la siguiente receta:
"Tómese
vino de España, 1 libra ;
opio, 2 onzas ;
azafrán, una onza; canela y clavo en polvo, de cada uno un poco; hágase cocer
todo esto a fuego lento, al baño maría, durante dos o tres días, hasta que el
líquido tenga la consistencia necesaria; fíltrese luego y guárdese para hacer
uso."
En el curso de los siglos
posteriores la admiración de la clase médica ante los efectos analgésicos del
opio y de sus derivados se fue moderando al conocerse su toxicidad y su
capacidad para ocasionar dependencia física. El conocimiento de estos efectos
secundarios considerados indeseables, aunado a la falta de otros tipos de
drogas capaces de ejercer una acción analgésica tan potente, estimularon una
gran actividad de investigación científica para descubrir opiáceos sintéticos
que tuvieran las propiedades positivas de este fármaco natural pero sin sus
características negativas.
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